Llega el partido que nadie quiere jugar, tras la decepción de caer en semifinales. Suelen ser abiertos, con varios suplentes y muy divertidos.
Francia debe asumirlo: la mayoría de seguidores neutrales quieren que Croacia gane el Mundial. El joven país europeo despierta gran simpatía.
Es cierto, pocos tienen motivación después de acariciar algo tan bonito como una final mundialista. Pero hay algunos que sí: los delanteros.
Entre los culés, empate a uno (Umtiti, Rakitic). Como estiman más a Rakitic, en los penaltis Croacia campeón. Entre los madridistas, dos a uno (Varane, Modric y Kovacic).
Lothar Matthäus, campeón del mundo con Alemania en 1990, sigue en As su análisis. Hoy destaca la clave del éxito: dejar atrás la posesión del balón y ofrecer un fútbol vertical.
Inglaterra nadó pero se quedó en la orilla. En su última semifinal, el fútbol quiso que fuera el más fino de sus jugadores, Chris Waddle, quien fallara el penalti decisivo.
Inglaterra nadó pero se quedó en la orilla. En su última semifinal, el fútbol quiso que fuera el más fino de sus jugadores, Chris Waddle, quien fallara el penalti decisivo.
Un buen técnico español que dirigió en Inglaterra me dijo una vez que allí los partidos sólo se juegan a ida y vuelta. Es un intercambio de golpes constante.