Dembélé es un chico que necesita ayuda para no malgastar su talento y esta ayuda, aparte del Barça, tiene que venir de la federación francesa, de Deschamps y de sus compañeros.
Me encanta esta expresión española que dice “cada loco con su tema”. Pues el mío es Benzema y el acoso permanente que sufre.
Solari asume el “yo” y lo usa a menudo, al igual que “lo mío”, “a mí” y otros tipos de referencia a la primera persona. Sin que le impida hablar de “nosotros”.
Entrevistar a Luka Modric, tal y como lo hemos hecho el director de France Football, Pascal Ferré, y un servidor, no es una experiencia cualquiera.
Las palabras de amor de Hazard hacia el Madrid las tendría que haber dicho nada más terminar el Mundial, insistiendo, además, en su decisión irrevocable de irse de Londres.
Sea cual sea el resultado del partido, cualquier conclusión sobre el míster será precipitada. Y por consiguiente poco o nada útil.
Pensar, y decirlo, que el Madrid ha perdido la Supercopa de Europa el pasado miércoles en Tallin porque Cristiano Ronaldo ya anda por otros lares es populista y engañoso.
Por estatus, por fama y por experiencia, Griezmann debía echarse al equipo Bleu a la espalda y conducirle hacia los cuartos de final.
La sombra de Zidane vuela sobre cada evento de la selección francesa. Tanto es así que el presidente de la federación ha recordado que Deschamps tenía contrato hasta 2020
Ayer Se han demostrado dos cosas esenciales para Griezmann: que podía ganar un título europeo y que el Atlético era un club que podía ofrecerte lo que más te hacía falta, un trofeo.
Los que hemos llegado a España siendo adultos y no hemos aprendido el castellano de niño no tenemos la misma relación con las palabras que un nativo.
Después del maravilloso partido de Benzema frente al Bayern, incluso los más críticos de su país han tenido que reconocer su enorme mérito.
Zizou es consciente de que está haciendo algo excepcional y que un tercer título de Champions le pondría ya en el club privado de los grandes técnicos.
El pasado viernes, Zinedine Zidane dijo tanto en español como en francés que su intención y su deseo era quedarse en el Madrid la temporada que viene.
La cordura y la tranquilidad que Griezmann ha mostrado en la entrevista publicada ayer en L’Équipe aparecen como una magnífica prueba que ha crecido y madurado.
Zidane explicó ayer varias cosas, entre ellas el hecho de que hubiera preferido que le tocase otro club en este cruce. “Por varias razones”, llegó a señalar incluso.
Zasca de los que aparecen de la nada y sorprenden porque el que lo realiza nunca lo había hecho. Zasca que sienta cátedra y deja grogui a los (y a las) que lo reciben en plena cara.
Es la primera vez que Zizou vuelve a casa con el estatus de entrenador del club más prestigioso del mundo y estoy seguro de que mis compatriotas se sentirán felices.
El actual entrenador del Real Madrid quiere profundamente a los futbolistas. A todos los futbolistas. Incluso a los adversarios.
Puedo entender que Ceballos se haya sentido molesto pero elevar un episodio relativamente habitual a estos dramáticos niveles de indignación me parece ridículo.
A día de hoy, Zidane no ha decidido nada sobre su futuro. Ni siquiera lo está meditando, ni está valorando lo positivo o lo negativo que sería seguir en el Madrid.
El galés partió como intocable en el seno de un tridente innegociable, pero su actitud acabó por desesperar a Zinedine Zidane.
Zidane rompió ayer su tridente porque pensaba que era lo mejor para ganar al PSG viendo los problemas del equipo galo en el mediocampo. Y así ha sido.
A Zinedine Zidane no le hace falta buscar razones para motivarse más allá del simple hecho de dirigir al Madrid en un partido clave de la Champions.
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