Zidane los quiere a todos
Hay entrenadores que no quieren a sus futbolistas porque los consideran como meros subordinados a su servicio, como simples herramientas de su propia gloria. Éstos suelen ser exjugadores frustrados que no alcanzaron nunca el nivel para triunfar con la pelota y que se vengan de su complejo de inferioridad gracias al poder que les otorga la profesión de técnico. En general, estos entrenadores suelen atraer toda la luz sobre ellos, consideran que son los únicos responsables de los éxitos, culpan a los demás de sus derrotas y son de los que piden cobrar un euro más que el mejor pagado de la plantilla. También suelen pelearse con la estrella del equipo para demostrar su autoridad. Luego están los que, como Ancelotti, Del Bosque o Zidane, por nombrar a tres relevantes ocupantes del banquillo madridista, han conseguido grandes y prestigiosas cosas como futbolistas y que saben cuidar a los chicos de su vestuario.
Este cariño para los que son ahora lo que ellos han sido en una vida anterior va incluso más allá del perímetro de los equipos que dirigen. Por ello no me han sorprendido para nada las palabras de Zizou sobre Neymar. No era una pose, no era una táctica de comunicación para quedar bien con el PSG, un club de su país, sino la sincera expresión de un sentimiento. El actual entrenador del Real Madrid quiere profundamente a los futbolistas. A todos los futbolistas. Incluso a los adversarios que le puedan trastocar los planes en un partido trascendental. Eso es lo que los ingleses llaman el fairplay o lo que denominamos simplemente humanidad.