El Real Madrid ganó la Supercopa cuatro años después, una competición que no se le había dado especialmente bien. Y llegó una gran noticia: Llull.
El carisma no se obtiene, necesariamente, a base de goles. A veces incluso indigesta. Nadie dudará nunca de que Cristiano pertenece al olimpo de los más grandes de la historia.
Mientras hicieron las cosas bien, 25 minutos para ser exactos, miraron a los ojos del todopoderoso Real Madrid. A pesar de que enfrente tenían una mole como Tavares, a pesar de la inagotable y eterna bula de Felipe Reyes con los árbitros.
El equipo de Sito Alonso volvió a mostrar su versión buena y derrotó a un Real Madrid que acusó otra vez sus problemas de personal en las zonas.
Como es tradición en la fase regular de la ACB, el Clásico de esta tarde no decidirá nada. Si el Barça, que llega más necesitado, es derrotado, nada será insalvable.
Apoyado en un contrato televisivo gigante la NBA anda estos días en una escalada de renovaciones casi obscenas. Curry cobrará 201 millones de dólares hasta 2022.
Un nuevo Barça
La resaca ha durado todo el fin de semana en Valencia, donde el viernes se completó una de las mayores gestas de siempre en la ACB.
Es difícil asumir que las derrotas en la Euroliga y la Liga hayan acabado con la era Laso. El entrenador vitoriano recuperó a un equipo en la sombra y hay que darle crédito.