El miércoles, cuando marcó su gol, que era el tercero, Marcelo corrió hasta Zidane para ponerse de rodillas ante él, y luego abrazarle. Fue un gesto curioso, una forma de reconocimiento.
El galés partió como intocable en el seno de un tridente innegociable, pero su actitud acabó por desesperar a Zinedine Zidane.
Zidane rompió ayer su tridente porque pensaba que era lo mejor para ganar al PSG viendo los problemas del equipo galo en el mediocampo. Y así ha sido.
Tres a uno, puede valer
La mejor oferta del fútbol europeo está hoy en el Bernabéu
A Zinedine Zidane no le hace falta buscar razones para motivarse más allá del simple hecho de dirigir al Madrid en un partido clave de la Champions.
El Real Madrid ha tenido un año con altibajos, pero darle por muerto antes de la batalla ha sido un error mayúsculo por parte del PSG.