El Secretario de Estado, José Ramón Lete, reunió ayer en el CSD a todos los presidentes de territoriales y de ahí salió el acuerdo de pedirle a Villar que dimita. Acuerdo unánime.
Salió el balón y se espantaron los malos rollos. Cierto que hubo algunas protestas en el minuto siete, en rechazo a la sanción de Cristiano, pero el fútbol pudo con todo.
El atril en el que iba a hablar Cristiano al término de su declaración fue brevemente ocupado por uno de sus asesores de imagen, al que le tocó hacer un papelón.
El espectáculo no es edificante. Villar, su hijo Gorka y su espíritu no muy santo, Padrón, están en la cárcel, pero la Federación no va camino de depurarse.
‘Villarato is over’, me mensajeó un amigo en cuanto supo de la detención de Villar. En efecto, el Villarato, entendido como el largo periodo de mandato de Villar lo podemos dar por liquidado.
Por ahí anda, en 44 folios, fríamente detallado. El que tenga interés en el detalle, lo tiene a mano, accesible vía internet.
La detención de Villar y de algunos de sus adláteres, uno de ellos de su propia sangre, ha dejado a la Federación como un hormiguero incendiado.
El enredo de Villar replantea la cuestión de la conveniencia o no de la limitación de mandatos. Ciudadanos, con cierto oportunismo portátil, ha aprovechado para sugerirlo.
No es plato de buen gusto abrir las webs de Bild, la BBC o La Gazzetta dello Sport y ver en portada la noticia de los arrestos y registros.
La irrupción de la UCO a la española en la Federación de Fútbol se va a convertir en la noticia del verano.
Ahí está: Villar una vez más presidente de la Federación