Sumaba Diego Édison Umaña los créditos para continuar en la dirección técnica del América. Había escalado hasta la semifinal de la Copa Libertadores, y no dio el paso final porque sus dirigidos fallaron en la definición desde los penaltis frente al Newell’s Old Boys orientado por Marcelo Bielsa.
Seducido el entonces mandamás de los ‘escarlatas’, Miguel Rodríguez Orejuela, por el perfume del entrenador que tres años antes se había encumbrado en el citado certamen continental, con el Atlético Nacional, le entregó la conducción del conjunto americano.
Además de la rivalidad en la cancha entre América y Nacional, ¿también se vivía externamente? “Lógicamente que sí. Yo nunca me vi jugando en un Deportivo Cali, en Nacional o Santa Fe. En ese entonces, se imponía el orgullo, por eso también me quedé sin ir a la Selección Colombia”.
¿Los dueños del América no intentaron retenerlo? “Los dirigentes, sí. Oreste Sangiovanni (entonces presidente del América) habló demasiado conmigo. América me siguió pagando, pero yo siempre dije que si Maturana entraba por una puerta, yo salía por la otra, y así fue. Desde que él llegó, nunca volví a asistir a una práctica del América. Mantuve siempre una buena relación con los dirigentes del club. Ellos querían que yo siguiera y estuvieron casi cuatro meses insistiéndome, hasta que se dieron cuenta que ya la decisión estaba tomada. Entonces, determinaron venderme al San Lorenzo de Argentina, pero las cosas no salieron bien, porque el club estaba ‘quebrado’. Regresé a Colombia y firmé con Pereira y luego con Medellín”.