La bronca en el hotel tras la pérdida de la final en 1987
Lo que no trascendió luego del golpe más fuerte que han sufrido los americanos en 90 años de historia, fue que, “a unos les dijeron que había incentivos y a otros no nos comunicaron nada”.
Sin el gol diferencia reseñado en el reglamento, en caso de empate en la final de la Copa Libertadores, se definiría el campeón en un tercer partido. Frente a Peñarol, América ganó 2-0 en el Pascual Guerrero (goles de Bataglia y Cabañas). En la vuelta en el Centenario, los uruguayos se impusieron 2-1 (Cabañas descontó para los rojos).
El tercer y último enfrentamiento fue en el estadio Nacional de Santiago de Chile. En el tiempo de adición (minuto 120), Diego Aguirre ingresó al área y le cruzó un disparo a Falcioni, quien se estiró, pero el balón entró cerca del palo izquierdo. Celebración para los charrúas y un golpe en el alma de los americanos.
Jairo Ampudia vio la roja luego del gol de la derrota, y Cabañas se había ido expulsado en el minuto 74. Y cuando sonaron las notas finales, que parecieron fúnebres para los ‘escarlatas’ aquel 31 de octubre de 1987, entre la frustración por la pérdida irreparable, hubo mucha bronca en el hotel donde se hospedaron los entonces dirigidos por Ochoa Uribe.
“El error en la final del 87 fue que nos confiamos porque pensamos que ya se había terminado el partido (…) Aparentemente ese era un grupo unido, pero no lo era así, porque a unos les dijeron que había ciertos incentivos y a otros no nos comunicaron nada de eso. Por eso hubo 'encontrones' entre algunos compañeros. Esa noche se habló fuerte entre algunos compañeros, y después, nos encerramos en una habitación y subieron una caja de vino y una de whisky, ninguno cenó”, reveló Jairo ‘el Policía’ Ampudia, quien jugaba como lateral izquierdo.