“Uno va al entrenamiento es a trabajar, como si fuera su oficina, no se va a hacer bromas”, me comentó Roberto Cabañas en una de las varias oportunidades en las que lo entrevisté. Su comportamiento como jugador del América ratifica dicha tesis. “Él no hablaba con nadie”, recuerda Víctor Gómez , quien fue el administrador durante cerca de 30 años de la sede deportiva de los rojos, Cascajal. Tan virtuoso como introvertido, taciturno, rebelde, sagaz. “Luego de que salió del Cosmos, él se iba retirar del fútbol, porque ya había ganado mucho dinero, pero don Miguel Rodríguez (entonces propietario del América) lo quería trae r, y Bataglia y González Aquino lo convencieron de que se viniera a jugar en el América”, reveló Jairo Bernal, el legendario utilero de los ‘escarlatas’. Y en el América logró su fulgor. Campeón del campeonato colombiano en el 1985 y 1986 y jugó tres de las cuatro finales de Copa Libertadores que perdió el conjunto vallecaucano. “Mi mayor decepción fue no haberles dado a los hinchas lo que se merecían, la Libertadores. No la logramos por falta de suerte ”, comentó en vida Cabañas, quien le hizo gol a River Plate (1986) y a Peñarol en dos de los tres juegos para definir la Copa en la finalísima de 1987, en el tercer partido salió expulsado. Su acrobática jugada de sostenerse en el aire y golpear el balón de espaldas al arco, fue bautizada como ‘la Cabañuela’ . “Me encantaba hacer ese tipo de jugadas, la gente las disfrutaba y lo convertí en algo muy natural. Es de mucha satisfacción que a una jugada en Colombia le hayan puesto mi apellido. Algunas pegaban en el palo, otras las tiraba afuera. Las mejores fueron, una que le hice a Millonarios en el 86 en el Pascual Guerrero , y otra que anoté en Cúcuta, fueron los goles más lindos que logré en mi carrera. Me ayudó haber estado en el Cosmos de Nueva York, con 18 años ya compartía con las estrellas del fútbol mundial”, sostuvo Cabañas, a quien también apodaban ‘el Mago del Pilar', en relación a la región donde nació (11 de abril de 1961). En una de las varias oportunidades en las que dialogué con Cabañas, una tarde cerca a su casa en el sector de Menga, en Cali, luego de que terminó un partido de tenis –su esparcimiento- y con la madurez y la sencillez del paso de los años, me comentó que en el América era “un ermitaño ”, lo cual fue ratificado por Víctor Gómez. “Él llegaba a la sede con la ropa de entrenamiento, siempre conducía en medias. Se metía a la cancha, se quitaba la camiseta y la enrollaba en la mano derecha, luego daba cerca de 10 vueltas, pedía el balón y empezaba a hacer figuras, con la cabeza, con los hombros… era un espectáculo. Un día el médico Gabriel Ochoa me dijo, ‘el jugador con mejor condición técnica que he tenido en la vida es Roberto Cabañas , pero Roberto no quería al médico, él decía que América era grande por los jugadores, no por el técnico. Es que Roberto ni entraba a los camerinos, no se duchaba en la sede. Se terminaba el entrenamiento, se montaba a su carro y se iba. Inclusive, cuando el médico Ochoa ponía los videos después de los partidos, Roberto miraba al piso, nunca vio un video”, rememoró el entonces administrador de la sede de Cascajal, quien añadió que Cabañas “solo hablaba con Bataglia, con González Aquino y respetaba mucho a Ricardo Gareca”. Roberto Cabañas logró 40 goles en 72 partidos con el América, una leyenda, hacía magia en silencio. Este lunes 9 de enero con 55 años de edad, falleció en Asunción, Paraguay, a causa de un paro cardiorrespiratorio.