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Sarah Castro Lizarazo

Duele Millonarios

BogotáActualizado a

Millonarios duele. Les duele a los que en algún momento les entregaron su corazón y a los que creemos que los rivales también nos definen. Duele porque su caída al abismo es reflejo de lo que está mal en nuestra sociedad: intolerancia, egoísmo e irresponsabilidad de los que tienen poder. Nadie se hace cargo. Directivas incompetentes, periodistas irresponsables, hinchas inadaptados, jugadores indolentes y un entrenador que no tuvo la valentía de decir basta a tiempo.

Los desórdenes en El Campín fueron tan injustificables como predecibles. La molestia de los seguidores con el técnico y las directivas venía creciendo en las últimas fechas. Era evidente. Sin embargo, esos mismos dirigentes, que saben mucho de otros negocios, pero poco de fútbol, decidieron ignorar las señales y ratificaron a un entrenador que desde hace varios días quería estar en un avión rumbo a Uruguay.

Parece autosabotaje. A la crisis deportiva que va más allá de los resultados: falta de identidad en el juego, refuerzos de poco nombre -y peores estadísticas- y una cantera sin protagonismo, le sumaron la decisión de adelantar el partido contra Bucaramanga cuando el equipo necesitaba tiempo para enfocarse y trabajar. Así, el gol de Darío Rodríguez sirvió como excusa para los delincuentes que entraron a la cancha a intimidar y violentar.

Nada justifica la violencia. Ni la que nace en las tribunas, ni la que se amplifica en los micrófonos y las redes sociales. Muchos periodistas generalizan y no encuentran una mejor manera para cuestionar esas acciones que las palabras desobligantes. Lugares comunes sobre las barras e insultos a sus integrantes que generan más odio e irrespeto. El barrismo es un fenómeno complejo y los delitos que se cometan en su nombre requieren individualización, judicialización y por supuesto control preventivo desde los clubes.

Millonarios duele porque los jugadores tampoco quisieron darle vuelta a la situación con una dosis de orgullo y determinación en la cancha. Vikonis, Robayo, Silva, Cadavid, Ochoa, Estrada… tenían la capacidad de evitar la caída y no lo hicieron. Nombre por nombre Millonarios es un equipo que tiene con qué pelear en la Liga y la Copa. No lo hicieron y hoy le dan la espalda a un cuerpo técnico al que respaldaban hasta hace unos días. Sálvese quien pueda.

Siempre que llovió, paró. Lo saben los seguidores que esperaron 24 años por la estrella número 14. Hoy Millonarios necesita cambios estructurales, una dirigencia que se responsabilice de sus decisiones, jugadores que poseen menos y sientan más lo que representa este equipo para tantos hinchas que tendrán que creer y respaldar un proceso serio. Al final, también esto pasará.