Petro, el teórico
Lo que dice Petro, para muchos puede sonar bonito, prometedor, florido, pero se queda en lo contemplativo y retorico.
Hace pocos días el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, contó en una alocución que había hablado con el presidente, Gustavo Petro, del cual dijo: “es uno de los hombres más inteligentes que he conocido en mi vida, entonces respeto sus consejos, sus ideas”, aunque no es para sentirse halagado, sabiendo de donde viene ese reconocimiento, pero no es el único que ha dicho eso de Petro; el expresidente Álvaro Uribe también lo mencionó hace algunos años “Gustavo Petro es mucho más inteligente que Hugo Chávez y que los presidentes Pedro Castillo, Alberto Fernández y Daniel Ortega, por eso yo he dicho que el maestro no fue Chávez, fue Petro quien le enseñó a Chávez, Colombia puede tener el más peligroso comunismo de toda la región, porque tiene al líder más inteligente del neocomunismo que es el doctor Petro”.
Para entender mejor aquello a lo que llamamos inteligencia, vamos a basarnos en la definición de Aristóteles, quien la dividía en dos grandes grupos: a una la llamaba inteligencia teórica y a la otra inteligencia práctica. La teórica es “puramente contemplativa, no es práctica ni activa; tomada en sí misma, no pone nada en movimiento”, y sobre la práctica “lo que realmente mueve es esta inteligencia que tiene por mira algún objeto particular y que se hace práctica”. Dicho en palabras más sencillas, la inteligencia teórica es contemplativa, más enfocada en la búsqueda de la verdad, en entender los principios fundamentales que rigen el cosmos y busca el conocimiento por el simple placer de conocer, es el pensar. Y la inteligencia práctica está más orientada a la acción, a la toma de decisiones en la vida cotidiana, es aquella capacidad de aplicar el conocimiento para resolver problemas y alcanzar metas, es el hacer.
Teniendo claro la definición de Aristóteles podemos decir, sin temor a equivocarnos, que la inteligencia del presidente Petro, a la que se refieren Maduro y Uribe cuando la mencionaron es la inteligencia teórica. Tal vez la inteligencia del presidente Petro versa más sobre aquello que dice el filósofo Byung-Chul Han “lo que vuelve auténticamente humano al hacer es la cuota de inactividad que haya en él” y también debe pensar seguido que “el fin último de los esfuerzos humanos es la inactividad”, una forma válida y respetable, de entender el mundo, de analizar la vida y al ser humano. Por otro lado, la filósofa Hannah Arendt decía “es en la acción y no en el reposo donde encontramos satisfacción” y agregaba “el ser humano es un “alguien” en la medida en que actúa, es decir, en la medida en que pone algo nuevo en el mundo”.
Hay algo en lo que el presidente Petro es muy hábil y es en la transmisión de los mensajes a sus seguidores, eso podría estar enmarcado en la inteligencia emocional del mandatario, “solo aquellos que consiguen transmitir sus mensajes a los ciudadanos tienen la posibilidad de influir en sus decisiones”, dice el sociólogo Manuel Castells. Y es algo que el presidente Petro lleva a la práctica cada vez que habla, podríamos decir, esa manera de seducir con la palabra y aprovechar momentos en que las personas están urgidas de mensajes reconfortantes para llegarles con las frases precisas e identificar en cada zona del país sus puntos más frágiles para generar empatía.
Es el presidente de la retórica, no aquel que habla mucho y termina sonando como el culebrero que vendía ungüentos en los pueblos en la época de la colonización antioqueña y que prometía sacar una culebra llamada Margarita, que nunca salía a la luz, no, su poder está en lo que comunica, en esa habilidad que todos reconocemos en él. El presidente Petro suena convincente cuando habla, realmente cree en lo que dice, es su mundo el que sale a flote cuando lo escuchamos, no son simples palabras elaboradas, porque además es un mandatario que no utiliza teleprónter, simplemente sale lo que ya tiene organizado en su cerebro y afincado en sus ideas, que compartamos o no, el mensaje le llega no a todo el mundo, pero sí a quienes él escogió para ser sus seguidores y son precisamente ellos los que lo tienen en la Casa de Nariño, pero ¿qué dirán de los primeros dos años que lleva en el poder?