Pedro Ferrándiz ha sido una persona importantísima en mi vida. Primero me ayudó como jugador y después como entrenador.
Tuve la suerte de acompañar en 2007 a Pedro Ferrándiz a Springfield, Massachusetts, la cuna del baloncesto, donde el técnico ingresó en el Hall of Fame.
El Real Madrid ganó la Supercopa cuatro años después, una competición que no se le había dado especialmente bien. Y llegó una gran noticia: Llull.
Así son estos playoffs de la Euroliga. Da igual perder por 28 puntos, como ocurrió el pasado martes, que por la mínima. Una victoria vale igual a otra.
Mientras hicieron las cosas bien, 25 minutos para ser exactos, miraron a los ojos del todopoderoso Real Madrid. A pesar de que enfrente tenían una mole como Tavares, a pesar de la inagotable y eterna bula de Felipe Reyes con los árbitros.
El Real Madrid se soltó en la segunda parte. La diferencia vino de la magia de un jugador de ensueño, Doncic, que hasta clavó un triple desde 24 metros.
Al Real Madrid de baloncesto se le acumulan los problemas en forma de lesiones: Llull, Kuzmic, Ayón y, ahora, Randolph. Pero el curso no ha hecho más que empezar.
El equipo de Sito Alonso volvió a mostrar su versión buena y derrotó a un Real Madrid que acusó otra vez sus problemas de personal en las zonas.
Como es tradición en la fase regular de la ACB, el Clásico de esta tarde no decidirá nada. Si el Barça, que llega más necesitado, es derrotado, nada será insalvable.