Los inicios de Santos Borré: Así se formó el goleador
Su madre, hermana y primer técnico en Barranquilla recuerdan las raíces del delantero de River Plate y la Selección Colombia.
En la carrera 29 con calle 65 se empezó a escribir la carrera de Rafael Santos Borré. Una historia llena de goles, títulos y éxitos que hoy por hoy lo tienen vistiendo la camiseta de la Selección Colombia. Para llegar a los mejores estadios del país y del continente tuvo que empezar jugando en la arena y fue la cancha del barrio Nueva Granada en Barranquilla la que disfrutó de sus primeras jugadas antes de viajar muy joven a convertirse en profesional.
Según su mamá, nunca pensó en ser algo diferente que futbolista profesional. Era tanto su amor por el fútbol que le decía a su técnico en la escuela Neogranadina que lo dejara ayudarle en las clases con las categorías menores. Fue en esos momentos que el jugador llegó a los ojos de Agustín Garizábalo que tras verlo hacer un gol de chilena no dudo en entregarle una camiseta de Deportivo Cali.
Todo esfuerzo tiene su recompensa y Santos Borré poco a poco lo fue teniendo claro. En la escuela, la cual era dirigida por el papá de Abel Aguilar, le buscaron algunos hogares dentro del barrio, pues en ese entonces vivía en Valledupar, e incluso su profesor Henry Peralta le consiguió un cupo en el colegio, único requisito de sus padres para poder cumplir su sueño de jugar al fútbol.
241 partidos, 85 goles y 8 títulos hacen parte del palmarés del jugador a sus 25 años. Su madre, su hermana y su primer técnico hablaron en AS Colombia y todos coincidieron en una sola cosa: aún tiene mucho por entregarle a país y al fútbol, pero especialmente por brillar.
Los primeros goles de Santos Borré y Teófilo como ejemplo
Henry Peralta fue el encargado de que Rafael Santos Borré regresara a vivir a su natal Barranquilla. El entrenador que hacia parte de la escuela Neogranadina trabajó por tres años con él, lo hizo goleador de la Liga del Atlántico e intentó dejarle siempre enseñanzas más allá del fútbol. Después de las prácticas, se quedaban trabajando para poder seguir mejorando las condiciones del atacante que apenas jugaba sus primeros partidos.
"Estaba reclutando unos chicos para un torneo que se hacía en Barranquilla y el vino con los compañeros del barrio donde estaba pasando vacaciones y ahí empezamos a evaluarlo. Vi las cosas que hacía y me parecía un chico extraordinario a pesar de ser el más chiquito y el más flaco. Al final del torneo le tocaba regresar a su casa y él me insistió que se quería quedar. Yo hablé con la escuela y les dije que no podíamos dejarlo ir. El papá decía que tenía que tener una casa hogar y responder por el estudio, fue así como lo matriculamos en un colegio", recordó el entrenador.
"En el primer periodo el perdió cuatro materias y su papá por poco lo saca. Tuve que apretarlo y decirle 'tú vas a ser un jugador que vas a trascender a nivel mundial y no puedes estar perdiendo materias porque vas a privar a nuestro país de todas las alegrías que tú le vas a dar'", agregó.
Peralta trabajaba con Agustín Garizábalo para presentarle jugadores que podían estar en Deportivo Cali, pese a la insistencia del entrenador de la escuela, el veedor del equipo azucarero se demoró cerca de un año en ir a verlo y solo le bastó un partido para invitarlo a probarse con los Azucareros.
"Agustín Garizábalo me trajo para buscar jugadores y yo lo llamaba y le insistía que tenía un jugador que iba a salir para Europa y él se reía. Pasó casi un año para que él pudiera llegar acá y de inmediato le dio una camiseta del Cali. El primer año hizo 78 goles de manera impresionante, jugamos la final, la perdimos. El segundo año también fue goleador. En los tres años que estuvo se destacó, fue desarrollándose y fue entendiendo que tenía unas habilidades extraordinarias y pudo comprender las dimensiones".
Rafael Santos Borré le cogió un cariño impresionante a Peralta, a quien incluso consideraba como un padre, y a la escuela. En las tardes después de los entrenamientos practicaba para estar mucho mejor y hacía las veces de profesor en las categorías menores de la academia. Teófilo Gutiérrez era un ejemplo para el atacante.
"Yo le decía que él era buen jugador, pero no sabía jugar porque el debía compartir más la pelota. Hacíamos trabajos con Marlos Torres de central. Ponía conos y buscábamos imitar los movimientos de Teófilo Gutiérrez que estaba iniciando en Junior. Él aprendió a buscar espacios y a cabecear porque el empujaba a los rivales y le pitaban falta", confesó.
"En esos momentos Neogranadino iniciaba las categorías de pequeños y él siempre me decía que me ayudaba y que los entrenaba también. Rafa me ayudaba y era muy atento, él se iba convirtiendo en el referente de Neogranadinos y ya todos lo veían como un líder. Él me dice que soy su papá negro, me dice que me quiere mucho", complementó.
Una madre orgullosa que hace todo por su hijo
Deisy del Carmen Mauri García ha sido siempre la hincha número uno de Rafael Santos Borré. Su madre siempre lo acompañó, lo apoyó y lo motivó para que fuera un futbolista profesional. Intentó estar en casi todos los partidos y llevaba a toda su familia a apoyarlo sin importar que partido fuera. Su 'monito' siempre le daba alegrías, aunque en la casa hiciera algunos daños.
"Aquí venía a verlo a sus entrenos y sus partidos. Acá hay muchas cosas por recordar y agradecerle a esta cancha. Tengo una anécdota muy bonita, luego de un partido, yo solo había llegado a recogerlo y él ya se había ido. Uno de los rivales me dice, 'el Neogranadino no tiene nada, ese equipo es un monito y 10 más'. Eso me dejó marcada, yo solo sonreía y me fui satisfecha. En la casa me enteré que el partido quedó 4-0 y todos los goles los había hecho Rafa" rememoró.
"Cuando venía a los partidos quería dirigir yo. Yo gritaba, traía las vuvuzelas, yo traía a mi hija, mi esposo. Yo me quería traer a todos para que mi hijo sintiera el respaldado. Yo siempre le decía 'Si se puede', yo sabía que eso le servía y yo veía que con eso se motivaba. Él nos dedicaba los goles. Rafa cobraba bien los tiros libres de niño y le iba bien en la pelota en movimiento. Recuerdo mucho su movimiento de cintura. Yo siempre le decía 'persevera, tu puedes, tú tienes talento'. Él pateaba lo que fuera en la casa, me dañó un montón de cosas, pero ahí estaba él con lo que le gustaba", complementó.
Años después, su madre al igual que toda su familia siguen gozando de los logros de su hijo. Desde siempre ha disfrutado todo lo que ha conseguido tanto en Colombia como en el exterior y sabe que eso fue gracias a todo el apoyo que recibió en sus inicios y que lograron llevarlo a la élite del fútbol sudamericano como uno de los mejores delanteros de todo el continente.
"Rafa era muy líder, a él le gustaba tomar la palabra y si era de regañar a los compañeros lo hacía. Él se toma muy personal lo que está haciendo porque le gusta su profesión", concluyó.
Una familia que giraba en torno a Rafa
Kweilan Borré es la hermana mayor de Rafael. Aunque muchas veces tenía que regañarlo, siempre estuvo dispuesta a apoyarlo en su deseo de jugar fútbol. Incluso su familia únicamente disfrutaba de verlo pues partido tras partido siempre terminaba como la figura. Eso sí, los uniformes sucios con los que llegaba a la casa son una de las imágenes que nunca se le podrán olvidar.
"Nosotros como familia siempre lo apoyamos, siempre estuvimos muy pendiente del proceso de él. Rafael todo el tiempo demostró lo que quería ser, él desde muy chiquito decía que quería ser futbolista. Nosotros lo apoyamos siempre, íbamos temprano los domingos a verlo jugar. Hicimos muchos esfuerzos en su proceso y hoy en día estamos disfrutando de todo eso. Nosotros como familia veníamos tranquilos porque él siempre era la figura y en cada partido demostraba su talento", afirmó.
Su familia ha intentado mantener el legado familiar y su sobrino, con tan solo 9 años ya es el goleador Águilas Soccer, club que dirige Henry Peralta en asociación con Abel Aguilar.