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AMÉRICA DE CALI

J. Pérez: "Si no fuera futbolista, estuviera de mototaxista"

El lateral guajiro habló de su vida. Dice que Dios le prometió que será campeón con América. “El día que me vean haciendo la jugada que heredé de mi padre, me compra el Madrid”, asegura.

J. Pérez: "Si no fuera futbolista, estuviera de mototaxista"
Colprensa

El pasado 6 de mayo, previo al compromiso entre Alianza Petrolera y Once Caldas, por la última fecha del Todos contra Todos, se cumplió la profecía: “Se cumplió esa palabra que Dios me regaló, que iba a llegar al equipo que yo quería. Se me salieron las lágrimas cuando me llamó el señor Tulio Gómez a preguntarme que si quería jugar en el América. Ese día confirmé que Dios es real. Me fui al baño y me arrodillé a darle la gloria y la honra”, rememora Jonathan Segundo Pérez Fernández (6 de abril de 1989), en charla con AS Colombia.

El Segundo, que representa su segundo nombre, aunque lo avergonzó durante su niñez, luego lo asumió con orgullo. Lo heredó de su abuelo, Sebastián Segundo Pérez, quien fuera un líder social en Fonseca, llegó a ser alcalde encargado del municipio y laboró por años como agricultor. El Segundo, tuvo una segunda generación. El padre de Jonathan se llama Audis Segundo; fue futbolista sin consolidación, conductor de 'huacos' -las volquetas con las llantas del tamaño de una casa- en El Cerrejón, y quien impulsó la carrera futbolista del hoy lateral derecho del América.

“Mi abuelo fue el que me regaló mi primer balón y dijo que yo iba a ser futbolista. Él murió en el 2001; pero Dios hace todo perfecto. Tengo, por parte de mi mamá, 8 hermanos, y por el lado de mi papá, once o doce. Si me hubiera criado con mi mamá, no hubiera tenido las condiciones económicas para salir adelante. Desde los 4 años me fui a vivir con mis abuelos. Mi abuelita es el motor de mi vida. Cada vez que hablo de ella, lloro. Se llama Elvira María. Es una persona creyente, quien fue todo cuando nadie daba un peso por mí. Es una mujer que ha doblado rodilla, por eso ahora se ven reflejadas las bendiciones. Cada vez que salgo a la cancha la recuerdo y es la que me da la fuerza, porque pasamos muchas necesidades. A veces no había para comer, entonces, de lo que sembraba mi abuelo -algodón, arroz, yuca-, yo iba y lo vendía en las tiendas, y con lo que me daban, comíamos”.

Fonseca es un municipio de La Guajira, ubicado en la cima del mapa de geografía de Colombia; cuenta con aproximados 35.000 habitantes, y la mayoría de las personas se dedican a la agricultura o a la extracción de carbón. No obstante, a la casi remota posibilidad de que la población tuviera un futbolista profesional, Jonathan Pérez lo logró; lo asumió como un reto personal, como una demostración hacia su padre y como una forma de superar la imposición laboral que hubiese tenido, de no haber logrado su ideal de vida.

“Mi papá me insistía en que jugara, pero yo no conocía del fútbol profesional. Mi meta era llegar a la Selección Guajira, pero en la primera prueba, no quedé. Tenía 12 años y llegué llorando a la casa, y vi decepcionado a mi papá, sin embargo, ese día le prometí que yo iba a ser el mejor del pueblo y que iba a ser convocado a la Selección Guajira, y así fue, durante 5 años. Luego, cada vez que salí a jugar a otros lugares, sabía que no podía volver frustrado a mi tierra. Dios me mostró el camino”.

A los 23 años, una edad que se supone tardía para iniciar en el fútbol, debutó en el campeonato del Ascenso con el Bogotá, luego jugó en Valledupar, Unión Magdalena, Cúcuta, y apenas en su primer semestre con Alianza Petrolera, alcanzó otro de sus grandes propósitos. “De la tierra de donde soy, es muy difícil llegar a un equipo grande. Dios me sacó de un lugar donde no tenía nada, a dármelo todo en una gran institución, de la que soy hincha. Dios me prometió que iba a ser campeón con el América, para brindárselo a toda esta hinchada que se lo merece. No quiero defraudar a nadie, porque sé que de no haber sido futbolista, sería mototaxista, porque mi familia no tenía los recursos para darme estudio. Hoy en día, mi padre dice que se siente orgulloso de que yo sea su hijo, porque en el pueblo la gente lo para a felicitarlo”.

Hincha del América: “Por el color rojo, por su hinchada, por los jugadores que tenía y porque su historia me marcó. Además, uno de mis hermanos era hincha de Nacional, y manteníamos esa rivalidad”.

Su arribo al América y el momento actual: “Sabía que venía a un equipo grande, a suplir a un gran jugador como Juan Camilo Angulo, peo confío en lo que Dios me ha prometido. Me trajo a un gran equipo, en el que tengo que entregarlo todo. En cada partido lo hago, para ganarme el cariño de todas las personas. Y en lo colectivo, nos está faltando en la última jugada, para conseguir los goles. Hay que seguir trabajando y confiando en el grupo. Sé que van a venir más triunfos que derrotas. No hay que bajar los brazos”.

La jugada que heredó de su padre: “Mi padre hacía una jugada que yo la perfeccioné. La jugada no tiene nombre, pero al que la vea, le queda gustando. Paso el pie por encima del balón y lo levanto como si fuera un taco, pero con el empeine. Los rivales piensan que el balón va a salir, pero termino haciendo un pase. Es en cuestión de segundos. Solo se la he visto a mi papá y yo la practico desde niño. El día que la haga, me compra el Real Madrid enseguida (risas)”.

El espejo en el que se quiere mirar: “Yo siempre decía que por mi velocidad y mi físico, podía pelear el puesto con cualquiera jugando como lateral. Me gustaría llegar a ser como Danny Alves, es una de mis metas”.

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