El increíble Messi y el afeitado de Neymar
Lo que más me gustó del vídeo que se ha visto en las redes (y que ha difundido As) en el que se puede ver a Messi jugando al fútbol con su perro Hulk, por la serie El increíble Hulk, es el desenlace: el hijo del astro argentino, de vacaciones en su casa de Casteldefells, es urgido por su hijo Thiago para que le marque un gol a Hulk. El genio rehúsa: no hay goles: Messi, 0; Hulk, un perro verdaderamente increíble, por su envergadura, 0. No se sabe lo que dijo el niño, el vídeo no lo pone.
A la vez ha circulado por las redes (y As también se hizo eco) un vídeo que ha grabado Neymar Jr y que su madre ha completado con un mensaje bastante largo en el que expresa su lógico aprecio a su hijo, un héroe, un campeón, un tesoro de su alma. El vídeo es verdaderamente interesante para analizar y juzgar el ego que ha desarrollado este joven brasileño superdotado para el fútbol.
En el caso del vídeo de Neymar, éste explica sus caídas reiteradas en el Mundial de Rusia, consecuencia, según él, de su amor por el fútbol y por la selección. La derrota de Brasil y de su club, el PSG, en las distintas disputas en las que él ha intervenido, no se deben tanto a sus desgracias sino a los lances que el fútbol depara. Él se levantará, que nadie lo dude, y será otra vez aquel que sigue siendo en su alma de futbolista y en su corazón de brasileño. La visión de ambos documentos videográficos es una lección contradictoria del fútbol. Las imágenes de uno remiten a alguien que trata de jugar con un perro, al que se le ve adiestrado para servir de sparring de uno de los profesionales más importantes del fútbol del mundo. El propósito parece entretener a tres: al futbolista, al perro y a su hijo. Y aparte de ese rato que está viviendo el trío no hay otra trascendencia sino la que le ha dado la esposa de Messi, por otra parte madre del niño.
En el vídeo se escucha, como único sonido, el ruido del balón y la retransmisión que Thiago hace de los lances del juego. Ensimismado, como suele, el increíble Messi se limita a entretener al increíble Hulk, y las demandas de su hijo para que el padre golee al perro son desoídas reiteradamente. Se trata de un juego. Nadie gana, tampoco el niño. Hulk, 0, Messi, 0.
En el caso del vídeo de Neymar se produce otro desenlace. A la maniobra exculpatoria del malabarista brasileño, que aparece en todas las posturas que favorecen su histrionismo en el campo, sigue de inmediato el verdadero objeto del dispendio publicitario: Neymar está sometiéndose a un posado de minuto y medio para que la gente, al final, resulte convencida de que afeitarse es bueno para ser un hombre nuevo todo el día.
No extraña el carajal que se ha montado, en Brasil y en el mundo, por esta utilización de la imagen de un futbolista para desatar primero compasión, cercanía a sus problemas en el campo y en las competiciones, y después para convencer a la sociedad de los hombres que requieren afeitados de que la cuchilla que utiliza el astro brasileño es la que hay que usar para ser un hombre todo el tiempo. Neymar, 0, Afeitado, menos uno.
No hay comparación posible entre los dos vídeos. Uno es casero y el otro es una superproducción. Creo que, como en la comida, siempre es más entrañable lo casero. Más hondo, más normal, más verdadero.