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Tercer tiempo

Actualizado a

En el espacio

Fue extraordinario el partido de Andrés Iniesta ante Alemania. Se fue del Larguero de Manu Carreño al estadio del Düsseldorf. Y allí impartió una clase de control de espacios, que es una asignatura que, entre otros, aprendió de Pep Guardiola. Alemania ha dado grandes teóricos y prácticos del fútbol. El fútbol no es sólo un juego del que hablan especialistas situados en cualquier lado de la grada. Es también una ciencia que se explica, y que por fortuna ya explican también los futbolistas. Iniesta es un maestro de este tiempo, como lo fueron Kubala o Di Stéfano en las luces de otro tiempo.

Para hablar

David Trueba recordaba en Tudela, adonde fue a hablar de música con Luis Alegre, Ana Belén y Víctor Manuel, algo que decía el maestro Rafael Azcona cuando se quedaban a solas, en las tertulias, y se ponían a hablar de fútbol. Azcona me parece que era del Madrid, y el joven Trueba es del Atlético, aunque también sea un poco de la estética del Barça, por su amistad con Pep Guardiola. Le pregunté qué decía Azcona del lenguaje del fútbol. Hizo memoria y me dijo aquella frase que está arriba. La gente que desprecia el fútbol porque carece de lenguaje ignora la profundidad que alcanza el idioma del fútbol.

Heidegger y el kaiser

En este encuentro de Tudela, propiciado por los Congresos del Bienestar de la Ser, estaba el filósofo Ángel Gabilondo. Como nos escuchó hablar del lenguaje del fútbol (donde hay más destellos que en la Academia, según Azcona), él aportó su recuerdo. Y me contó que el más famoso pensador alemán del siglo XX, Martin Heidegger, hablaba en un tren sobre la inteligencia espacial que lleva a unos o a otros a situarse en el lugar adecuado de la vida. Y no estaba Heidegger hablando de teorías nebulosas: estaba hablando de Beckenbauer, el Kaiser, un Iniesta del inmediato pasado.

La luz de Iniesta

Él no lo pretende, pero Gabilondo es un Heidegger de ahora, consciente de la importancia que tienen las relaciones entre el espacio y el tiempo en la vida cotidiana, un metafísico que como tal toma con toda seriedad este juego que tanta felicidad nos da. Desde hace años los comentaristas hablan del fútbol como si fuera una lectura. Y se puede leer el fútbol, claro que sí. Iniesta, decía Gabilondo, “tiene el campo en la cabeza”. Y lo expresa, por ejemplo, en esa parábola que lanza hacia donde va a llegar Rodrigo. El resultado, ya se sabe, una belleza. Un poema perfecto del fútbol, la luz de Iniesta sobre el campo.

Fuera del foco

La selección es un paréntesis saludable en el fútbol español. La gente deja de hablar de riñas barriobajeras, de arbitrajes o de diatribas entre equipos cansados. Lopetegui tiene en sus manos darle la vuelta a la conversación nacional (a salvo de otras de enjundia más preocupante). El buen juego de la Selección en Alemania es un grito tranquilo a favor del fútbol. A Lopetegui (como antes a Del Bosque) se le debe ahora este momento de sosiego, porque tampoco habla más de la cuenta, y parece que dirige con el espacio en la cabeza, como le gustaba a Heidegger y le apetece a Gabilondo.

Los destellos

Trueba es, por ejemplo, uno de esos destellos que tiene la conversación sobre fútbol, él sabe que, como escribía Kipling, perder o ganar no es lo importante. En ese espacio están Jorge Valdano o Santiago Segurola. El mundo del fútbol, además, tiene cada vez más mérito en el lenguaje. Las declaraciones de André Gomes fueron un antídoto contra la burla del futbolista en el campo. El sosiego viene, desde la cuna a la tumba, del valor de la palabra. Un fútbol que sepa de inteligencia espacial será un fútbol más distraído, como dice Juan Cueto que tienen que ser las cosas que nos gustan.

La frase

“A veces hay más destellos en el campo que en la Academia”

Rafael Azcona, escritor, citado por David Trueba