París, a sus pies
Reyes de Europa. El Madrid apagó las bengalas de los ultras del PSG con fútbol, ambición, poderío, jerarquía y grandeza. A este equipo no le asusta el humo. Ni el del Parque de los Príncipes ni el que vendían Emery y varios jugadores parisinos delante de los micrófonos en los días previos a la gran cita. En el fútbol de élite está todo inventado y con esas bravatas escénicas no se consigue nada. Hay que hablar en el campo. Y hacerlo con autoridad. Y ahí, cuando se pone la piel de la Champions, el Madrid es intratable. En este coqueto estadio este equipo de leyenda empezó a escribir su idilio con Europa en la final de 1956. La Primera. Ante el Stade Reims. Ganamos 4-3 y después cayeron de una tacada otras cuatro más seguidas. En 2018, 62 años después, de nuevo el mundo entero se rindió a la lección ofrecida por el equipo al que todos querrán esquivar en el sorteo de los cuartos de final. Nos daban por enterrados y crearon un clima belicista propio de un equipo griego tipo Olympiacos. No conocen la casta del campeón. A Cristiano, Ramos, Casemiro, Carvajal, Keylor o Lucas Vázquez le vas a venir con esas. Se parten la caja. Los boinas verdes de Zidane están hechos de otra pasta. Cuando suena el himno de la Champions no juegan, COMPITEN. A los diez minutos de partido ya sabíamos todos que los Mbappé, Di María, Cavani y compañía sólo iban a dejar ligeros rasguños de chapa en el acorazado blanco. Un Madrid sólido, plantado como una roca, firme en sus movimientos, imperial en el despliegue, con una autoestima más grande que la Torre Eiffel... El Madrid.
Cumpleaños feliz. Para colmo de gozo, en este gran 6 de marzo el Madrid cumplía 116 años, por lo que se regaló este triunfo que va empaquetado con un lacito que pone “La leyenda continúa”. Los 2.300 madridistas que se gastaron los ahorros para viajar a París para ver a su equipo regresaron eufóricos y satisfechos. Por momentos contemplaron al Madrid imperial de la final de Cardiff, que terminó haciendo de la Juventus un grupo desmanejado. Igual que el PSG, con Verratti borrándose con una expulsión infantil, Alves ridiculizado en sus duelos con Cristiano y Asensio, y muchos jugadores actuando como si fuese un concurso de triples de la NBA. Cada uno buscando su tirito y su minuto de gloria. Sólo Cavani mostró orgullo de campeón. El PSG le viene pequeño.
Gigante Lucas. Lo de este gallego criado en la Fábrica de Valdebebas es digno de un estudio de superación. Su empeño en el repliegue, profesionalidad fanática, capacidad de desborde y visión de lince en la búsqueda de un amigo (dio a Cristiano su asistencia número 11 del curso)le colocan en una situación de titularísimo. Bale debe esperar. No tiene derecho a quejarse.
The Best. Cristiano sigue enamorado. Del Madrid y de la Champions. Su competición. Su coto privado de caza. Su testarazo fue clavado a un gol de Santillana al Videoton en la final de la Copa de la UEFA de 1985. El vigente Balón de Oro ya va camino de otro Pichichi en la Copa de Europa (suma 12) y su cuenta de la temporada se eleva a 31 goles en 33 partidos jugados. ¿De verdad tiene 33 años?
Vikingos. La victoria se forjó con una veintena de peñistas en Navacerrada, en la sede de la Peña Espinosa, muy cerca del Hotel Arcipreste de Hita en el que se cocinó el Madrid irreductible de los tiempos de Bernabéu. El Madrid pasó a su rival por el Arco del Triunfo. Allez Real!!
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