Wozniacki, campeona en Australia y número 1 del mundo
La danesa remontó en el último set ante Simona Halep y destronó a la rumana para volver a lo más alto del ranking seis años después de haber sido líder del circuito femenino.
Era una cara o cruz, un todo o nada entre dos jugadoras bravas que nunca habían ganado un Grand Slam. Vidas paralelas, dos finales perdidas cada una. La vencedora se iba a llevar la alegría de su vida y la derrotada, una nueva decepción. Y fue Caroline Wozniacki la que sonrío. La danesa, defensora físicamente increíble, encarriló el partido, luego se lo complicó y acabó por remontarlo para ganar en tres sets a una desconsolada Simona Halep: 7-6 (2), 3-6 y 6-4.
La número uno del mundo cedió su trono con honor a Wozniacki, que a sus 27 años vuelve a lo más alto del ranking, seis después de la primera vez (el margen de tiempo más largo de la historia), y obtiene por fin un gran título tras 43 intentos. Ambas pelearon por el trofeo de milagro, tras levantar puntos de partido en anteriores rondas, algo que no había pasado nunca en la Era Open. Pero llegaban en forma: la perdedora, invicta (11-0), y la nueva reina, casi (10-1).
A 31 grados y con un 57% de humedad, Wozniacki quería mantener a Halep alejada de la épica lucha que la motiva y salió a por todas, con una declaración de intenciones en forma de 3-0- Buenos saques, poco riego y grandes defensas fueron los argumentos de la danesa ante la rumana, que tardó en despertar. Cuando lo hizo, tuvo tiempo de igualar el partido. Con un punto más de intensidad en sus ataques, echó un pasito para atrás a Caroline, como había hecho en cuartos de final Carla Suárez tras encajar un rosco en el primer set. Y lo hizo bien, pero en la muerte súbita fue sobrepasada ampliamente.
Halep tenía que seguir moviendo de un lado a otro a Wozniacki para debilitar su resistencia e intentar concentrarse para sacar adelante sus servicios pese al bullicio que montaron las gaviotas que vinieron a ver la final desde Santa Kilda. Poco a poco lo fue consiguiendo, hasta que en el momento adecuado logró un oportuno break para ponerse 5-3 y con turno para ganar el parcial. Lo hizo y no era fácil, porque la jugadora de origen polaco la había presionado al resto y estaba sacando bien, con buenos porcentajes de puntos ganados con primeros. Pero esa fortaleza también disminuyó. Halep arriesgó más, hasta el punto de cometer el doble de errores no forzados que su oponente, y merecía al menos pelear por la esquiva gloria en un último set.
Desenlace inestable y emocionante
Entonces Wozniacki revivió y amenazó con otra escapada como la de la primera manga. Pero esta vez Halep la detuvo antes. En un juego largo y con varias igualdades, la fan del estilo de Justine Henin se agarró al partido con otra rotura. Lo hizo anulando una subida de Caroline con un derechazo bajo… y gracias a una doble falta de la coqueta jugadora de Odense.
Lejos de hundirse, Wozniacki atacó y se adelantó de nuevo (1-3). El partido había entrado en una fase de nervios e inseguridad de las dos aspirantes, más cómodas al resto que con un servicio que no supieron mantener. Una deriva que beneficiaba más a la danesa, que había empezado el set sacando.
Halep cortó la racha de cuatro juegos resueltos con break tirando buenos ángulos y se lanzó a por la victoria. Estaba a solo dos juegos de tocar el cielo, pero le ocurrió como en las dos oportunidades que tuvo en Roland Garros 2014 y 2017. Wozniacki se erigió majestuosa con defensas agónicas, remontó y vencedora de un intercambio para el recuerdo, amedrentó a su rival para que estrellara la última bola en la red. Ya tiene su gran título. Halep tendrá que esperar a una cuarta final.