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COPA DEL GOLFO

La diplomacia del fútbol logra juntar a Qatar y Arabia en Kuwait

El torneo reúne sobre el césped a países enfrentados en política ya que Qatar cedió la organización a Kuwait tras la renuncia de Irak.

Actualizado a
El estadio internacional de Jaber fue el escenario donde se celebró la inauguración.

En medio de un grave conflicto, Qatar y Arabia Saudí, que ha impuesto a Doha un férreo bloqueo comercial y político, participan juntas en la Copa del Golfo. Tras años de desconfianza, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Egipto y Yemen rompieron en junio pasado las relaciones con Qatar. El bloqueo acarreó el cese de todas las relaciones con las autoridades qataríes, incluida la desconexión diplomática, la expulsión de los embajadores e incluso de los ciudadanos qataríes residentes en esos países. Se cerraron todas las fronteras, hasta el punto de que Qatar fleta cada semana decenas de aviones para cargar víveres con los que alimentar a su población.

La Copa del Golfo debía haberse celebrado este año en Irak, que renunció por razones financieras. Qatar, aliado de Irak y por eso enemistado con todos los demás, recogió el torneo, pero al sobrevenirse el bloqueo y ante la amenaza de que no acudieran sus enemigos, tomó la decisión de cedérselo a Kuwait, mediador entre los otros reinos árabes, pero que a su vez estaba sancionado por la FIFA por injerencias gubernamentales en su Federación.

Ante tal escenario, Gianni Infantino recibió los mensajes adecuados, entendió la situación y viajó a Kuwait dispuesto a ceder lo posible para ayudar a la concordia. Allí se reunió con el Emir ‘Sabah IV’, Al-Ahmad Al-Yaber Al-Sabah, que previamente había dispuesto aprobar las enmiendas a la ley del Deporte del país de conformidad con las normas internacionales y la Carta Olímpica, tal y como exigía la FIFA. La sanción por injerencia gubernamental le fue levantada a Kuwait en esa misma reunión. Y al día siguiente las seis monarquías que integran el Consejo de Cooperación del Golfo, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Qatar, Bahréin y Omán, más Irak y Yemen, confirmaron su participación en la más tensa de las 23 ediciones de la Copa de Naciones del Golfo, cuyo vigente campeón (desde 2014) es Qatar... tras ganar en la última final a Arabia Saudí (2-1).

De modo que, en tanto siguen las tensiones políticas y diplomáticas, mientras van y vienen los aviones cargados de agua mineral, carne y pescado, mientras se aclara el enredo sobre la razón última del bloqueo (que Arabia Saudí justifica por supuestas conexiones con el terrorismo y que Qatar atribuye a un intento de intromisión inaceptable en su propia soberanía, al empeño por controlar al potentísimo canal ‘Al Jazeera’ y, en fin, al afán saudí de incidir sobre el resto de los países de su entorno) lo cierto es que el balón rueda en Kuwait y junta sobre el verde a qataríes, saudíes, yemenís..., a ciudadanos de países enfrentados, expulsados más allá de sus fronteras y enemistados. Que lo que une el fútbol no lo separe la política.