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La tradición familiar de volar con cuatro llantas, lija y rodilleras

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Óscar Sabogal es un chef de 37 años que conoció el skate gracias a su bisabuelo paterno, quien adoptó este estilo de vida a los 2 años. Nació en el barrio Chapinero de Bogotá, que él considera un centro de cultura urbana. Su medio de transporte de la casa al trabajo y a cualquier otro lugar siempre es la tabla. Está un poco rayada por debajo, pero la imagen del grupo musical Gorillaz sigue intacta.

Lo conocí en el Museo Nacional, tenía puesta una camiseta de cuadros ancha, un pantalón negro y unos tenis Nike Zoom Stefan Janoski. En su maleta llevaba el uniforme de chef y sus cuchillos guardados y por fuera colgado un casco negro Longboard decorado con muchos stickers de marcas como DC, Etnies, Vans, y demás.

Llegó acompañado por su hija Camille, de ocho años, quien desde los dos vuela en su propia tabla. No se le acaba la batería. Además de skate practica atletismo. El deporte está en su sangre. Su madre también es skater así que toda su vida ha estado rodeada de llantas, lijas y obstáculos para hacer trucos. Camille también tenía una camisa de cuadros, leggins negros y unos Nike SB Stefan Janoski negros.

“No quiero aprender a montar bicicleta, es aburrida y muy grande”, dice cuando le pregunto si sabía usar una cicla. Óscar explica que en su familia no se enseñan esa clase de cosas, la idea es preservar esa particular tradición Sabogal.

Los Coyotes fue el primer grupo de amigos con el que Óscar salía a patinar todos los días, pues el skate se ha preservado gracias a la libertad de las calles para practicar trucos, y a las amistades leales. Antes no podían ver por televisión a los cómo practicabn los mejores skaters internacionales, así que los Coyotes tenían su peculiar manera de patinar y creaban sus propios obstáculos. Óscar ha tenido 12 tablas, 8 de ellas se le han roto patinando y el resto de ellas están en su casa como una colección.

Camille tiene 5 tablas y no ha roto ninguna, gracias a ellas y su talento, es vista como una heroína en su colegio, pues varios amigos hasta le piden que les enseñe a montar y adquirir la magia para hacer tantos trucos. Así que gracias al apoyo tanto familiar como social, Óscar ve a su hija como una de las mejores skaters del país, pero no en el camino de llegar a participar en los Juegos Olímpicos.

La tradición familiar debe seguir como pasión al asfalto, la tabla y las rampas o todo tipo de espacio para poder montar, sin embargo, Óscar apoya el skate como parte de los Juegos Olímpicos y sabe que Colombia tiene mucho potencial para poder llegar a obtener medallas de todo tipo.