Caracol Radio
NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

FÚTBOL COLOMBIANO

Valentierra: "Todos los equipos tienen un loco y un borrachín"

El campeón de Copa Libertadores ahora trabaja como representante de jugadores. Entre los ‘locos’ con los que compartió, citó a Arley Betancourt, Dayro Moreno y Herly Alcázar.

Arnulfo Valentierra, jugador campeón de la Copa Libertadores con Once Caldas.

Dayro Moreno enterró como tres veces a la abuela. Como que se olvidaba y decía que se le había muerto. Pedía permiso, le daban tres días y regresaba al quinto. Una vez, Jaime De La Pava me dice, ‘qué vamos a hacer con ese muchacho’, yo le respondí, ‘lo que usted decida está bien, pero tenga en cuenta que él es el que nos está haciendo los goles’. Lo castigó dos partidos y lo tuvo que volver a meter”, rememoró risueño Arnulfo Valentierra Cuero (Barranquilla, 16 de agosto de 1974).

El ex mediocampista creativo, guarda otros recuerdos, gozosos, la mayoría como jugador del Once Caldas, club con el que hizo su debut como futbolista profesional (1995) y también, cerró su carrera. Prócer con los ‘albos’, se mantiene como el segundo goleador en la historia de dicha institución (138 goles).

Baluarte en la consecución de la lustrosa Copa Libertadores (2004), tiene entre sus elegidos, la anotación que le convirtió al Santos de Brasil, por los cuartos de final del máximo certamen continental. De larga distancia, con su borde interno zurdo, golpeó fuerte el cuero y lo hizo volar hasta que cayó en el ángulo derecho de la portería del conjunto brasileño, entonces dirigido por Wanderley Luxemburgo. ¡Golazo! con el que el Once Caldas avanzó a la semifinal.

“También recuerdo, el gol Olímpico que le hice a Centauros en Manizales; uno que le hice al Cortuluá, en Tuluá… agarré el balón en la mitad de la cancha y arranqué; el último jugador que quedaba era Cuenú, le hice un túnel, quedé frente al arquero y lo vencí. Con la Selección Colombia, le hice un gol muy bonito a Uruguay, de media distancia”, recuerda, quien durante su carrera se entronizó como uno de los más eficaces cobradores de tiros libres. También extraña: “En Colombia no hay una estructura para formar la calidad de los jugadores”, sostuvo en charla con AS Colombia.

La pegada en los tiros libres: “Lo más importante es la condición y la confianza para pegarle al balón. Cuando se tiene trabajo de escuela, se hacen las cosas más fáciles y allí no hay ni guayos ni juanete. Desde la Escuela Sarmiento Lora, siempre procuré pegarle bien al balón y calcular. Lo hacía durante los trabajos técnicos con el profesor Mario Desiderio”.

¿Cobro en el fútbol por la pegada? “Cobré y en este tiempo, pude haber cobrado mucho más. Siempre vivo orgulloso porque todavía se habla de cómo jugaba y de la forma en la que le pegaba al balón”.

Las apuestas: “Fueron muchas. Recuerdo que una vez estábamos entrenando y habían podado el estadio Palogrande. Estaban recogiendo el pasto y pusieron la carretilla con una canasta grande en la mitad de la cancha. Le dije a Weimar Villegas, ‘cacho, mirá donde voy a ubicar el balón’, no me creyó; pateé desde la portería y se fue directo a la canasta. Podés patear mil y metés una, y yo metí la primera que tiré”.

Compañeros calidosos: “Saqué goleador a Sergio Galván, a Luis Manuel Quiñones, a Jorge Salcedo. Tuve como compañero a Elkin Soto, quien la ponía como un corozo. Tuve a Alexander Cortazar. A Arley Betancurt lo tuve como compañero en la Sarmiento Lora, fue uno de los grandes jugadores que dio el fútbol colombiano, pero por su locura no se mantuvo mucho tiempo”.

Los compañeros ‘locos’: “A Dayro Moreno creo que no le gana nadie. En todos los equipos hay siempre un loco, una loca y un borrachín. Otro loco fue Arley Betancourt. También, Erly Alcázar; Juan Carlos Henao, por su forma de ser. En Uruguay, los jugadores entre semana, se enrumbaban, y al otro día llegaban al entreno con la misma ropa. Vagancia hay en todo lado. En Perú, se los tomaban, pero después de los partidos”.

¿Y tuvo la ‘loca’ como compañero? “Sí, claro. Todo mundo se da cuenta, en el fútbol todo se sabe, pero se guardan los códigos”.

Los secretos para ganar la Libertadores: “Yo me tomaba mis cervecitas en mi casa. Para la final, estaba lesionado y salí a darme una vuelta, y me encontré un grupo de compañeros, y me dicen, ‘vení a la cábala’ y nos metimos a un sitio. Se divertían un rato y se iban. Cuando se está ganando, no se dice nada”.

¿Los técnicos no le exigían en lo físico? “Todos pensaban que yo no trabajaba, pero nunca me salí de un entreno; nunca tuve problemas con un técnico. Los entrenadores me decían que no defendiera. En Bolivia tuve uno, que me veía entrenando media hora y me enviaba a descansar; me cuidaba mucho”.

Los choques con los rivales: “Antes los rivales le tiraban a uno, porque sabían que uno les hacía el baile. Tuve muchos problemas con ‘el Panzer’ Carvajal, pero nunca me le arrugué a ninguno”.