Gracias, ‘Seu’ Pedro
Marcelo llegó a dejar el fútbol cuando era un niño. Su familia no tenía dinero para pagar el autobús hasta el centro de entrenamientos del Fluminense, a 45 kilómetros de Río de Janeiro. Marcelo sólo siguió jugando gracias al esfuerzo de su abuelo, Seu Pedro, que se enfrentó a las dificultades y acumuló deudas con hasta doce prestamistas para mantener vivo el sueño de su nieto. Cuando la situación parecía insostenible y Seu Pedro tuvo que vender su piso para pagar las deudas, la suerte les ayudó: el abuelo ganó un escarabajo rojo en un bingo. Y con el coche pasó a llevar al nieto, todos los días, a entrenar.
Seu Pedro murió en 2014 con el escarabajo rojo en el garaje. “Era una cajita de recuerdos”, solía contar con orgullo y emoción. Es el mismo coche que Marcelo lleva tatuado en su bíceps derecho. Gracias al sacrificio de un abuelo por su nieto, hoy el Real Madrid y la selección brasileña pueden disfrutar de uno de los mejores laterales izquierdos de la historia del fútbol.