¡Visca el Barça mes que mai!
Sosegaos, decía Felipe II antes de la era de Internet. Ahora el sosiego es imposible; las redes sociales han inundado de comparaciones el mundo, han puesto a hacer de la envidia un ejercicio público de vanidad y de burla; el dinero, además, ha agitado esos factores y hasta los pobres nos creemos ricos porque también sabemos de dinero, del que manejan los ricos. Los pobres aficionados al fútbol hemos acopiado todos esos males, y sobre todo nos hemos hecho adictos al último mal, el mal de hablar de dinero creyendo que hablamos de fútbol.
Sosegaos, amigos aficionados al fútbol, empezando por mis compañeros de grada, los barcelonistas. Esto no ha hecho más que empezar. Se fue Neymar, el Barça perdió estrepitosamente contra el Madrid, en un buen partido del equipo de Zidane, después de haberle ganado al mismo equipo (amistosamente, más o menos) en Miami. El partido del Nou Camp, el primero de la era posNeymar, ha tenido varios daños colaterales, todos ellos justificados por la inteligencia actual aplicada al fútbol, que antes se reservaba tan solo para los que hablábamos, sin saber, es cierto, ante las cervezas de los bares. Ahora lo hacemos en todas partes, es decir, en las redes sociales.
Ahora ya se sabe por qué perdió el Barça. Es más, ya se sabe por qué seguirá perdiendo. El futbolista Busquets, que forma parte de la plantilla, y que juega de titular, halló la razón de la derrota, como mi amigo Pablo, joven aficionado del Barça, en el hecho (cierto) de que hasta ayer mismo el equipo no había hecho ningún fichaje significativo. Que lo diga Pablo lo entiendo muy bien, porque no cobra del Barça. Pero, ¿qué hace el señor Busquets diciéndole a la directiva, la noche del llanto, cómo se tienen que enjugar las lágrimas? A partir de esa verdad evidente, la teoría general de la derrota barcelonista (la de este domingo y la del futuro imperfecto que nos espera) se abre paso como un mantra que no conocerá desmayo. En las redes, en las tertulias. Y, en el fondo, todo es una cuestión de dinero: el dinero que dejó Neymar, lo que se puede hacer con ese dinero, la especulación a la que ahora se someterá el Barcelona…
Estem fotutes si nos dejamos llevar por esta ola. Fútbol es fútbol, y lo seguirá siendo; a no ser que regalemos el carnet cada vez que un ciclón como Cristiano o como Neymar nos pase por encima y entonces toda nuestra autoestima como aficionados se venda por un saco de millones o por un plato de lentejas. Somos del Barça, no somos del viento que lleva de aquí para allá las pasiones según gane o no gane el equipo que lleva el nombre que ahora pronuncio con más ganas que anteayer: ¡Visca el Barça mes que mai!
Yo no soy del Barça del dinero sino del Barça de la historia. Sosegaos, culés, cierren el Twitter un rato.