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Tercer tiempo

Versos para ganar

Ese poema de Gil de Biedma, acaso el mejor poeta de la generación del 50, españoles de la derrota y el alcohol, sigue así: “envejecer, morir,/ es el único argumento de la obra”. Me viene al ver tanta referencia al triunfo como única materia del fútbol, deporte que nos hace tanta ilusión como daño. Por querer ganar siempre. El Atlético, el Madrid, el Barça… Ganan mucho, y siempre están poniéndole velas a la derrota. Para conjurarla.

Los dos impostores

Educan a los niños para ganar. De grandes ya sólo se reconcilian con el aplauso. Una derrota los lleva a la desesperación o al llanto. Miren al atlético Saúl Ñíguez Esclápez, que va para escritor. Dice: “¡Vosotros mataríais por nosotros, nosotros moriremos por vosotros!” ¡Pero, muchacho, si es sólo fútbol! Deja que la muerte tenga sitio en otra parte y que se callen los dos impostores, el triunfo y la derrota.

Rabia de victoria

Ese tuit ahora viral de Saúl fue por la derrota del Atlético de Madrid en el Bernabéu. Luego empezó su cruzada, él mismo, marcándole al Éibar el gol decisivo. 1-0. Si sigue esa pauta, su grito tuitero no va muy allá porque al Madrid le tiene que marcar (él solo o en compañía de otros) cuatro goles. Esa rabia de victoria hay que sosegarla. Cuando no se consigue, la frustración es un abismo. Que Saúl lea a Kipling.

“Sé humilde”

Y eso que Saúl Níguez dice esto en su perfil de Twitter: “Sé humilde puesto que el Sol, con toda su grandeza, se pone y deja que brille la Luna”. Pues sí, así sucede. Y Kipling lo dice en Si…, su más famoso poema: “Si alcanzas al triunfo, si llega la derrota,/ y a los dos impostores les tratas de igual forma (…) serás hombre, hijo mío”. Pero es futbolista: tiene que ganar, “morir por vosotros”.

¡Aplaudid, malditos!

Esa dinámica de victoria convierte a los aficionados en parte del “argumento de la obra”, como dice Gil de Biedma en ese poema. “Dejar huella quería/ y marcharme entre aplausos”. Cristiano lo dijo a los aficionados tras su hat-trick: “No silben, aplaudan”. Ansiedad de silencio cuando no te acompaña la gloria. El aficionado ahora debe sentir esa responsabilidad: su silbido no es libre, obstaculiza el triunfo.

El revés de la trama

Al otro lado de esa ansiedad de ganar están los que ya ni resisten. Miren el Granada, víctima de los millonarios a los que el fútbol les resbala como pompa de jabón. O el Sevilla, que prometió tanto. O mi equipo canario, Las Palmas, que daba gloria verlo. Que Saúl los anime. Pero Saúl está a otras cosas, a morir y a matar. Que se sosiegue el hombre. Es solo fútbol, lo más bello del mundo. Consiste en jugar.

El disputado Theo

El Alavés sueña con destronar al Barça de la Copa. Cuenta con el jugador más disputado del momento, Theo, francés de Marsella como Zidane. El día en que Francia se la jugaba entre dos contrincantes bien disímiles (Macron, Le Pen), Theo dio cuenta ante el Athletic de su clase. Zidane lo quiere, lo que quiere el Barça. Los madridistas creen que se irá del lado francés de LaLiga. En Barcelona ahora no tienen quién lo reclame.

Parábola de Neymar

Este Neymar. Ya se ha acostumbrado el graderío a sus asombros. Ya no le reprochan que sea así los contrarios. Se hace rara tanta maravilla en deporte tan físico. ¿Ballet? No, es fútbol. Di Stéfano, Maradona, Ronaldinho, Zidane... El fútbol se hizo para ser aplaudido pero cuando no te aplauden también es fútbol. Ahora toca aplaudir. Cuando toca el reproche, el aficionado también hace bien su trabajo.

La frase

“Dejar huella quería/ y marcharme entre aplausos”

Jaime Gil de Biedma, poeta