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El Barça interpreta La Patética

Como si viniera de suspender las clases elementales de la música del fútbol, el Barça interpretó anoche La Patética, una fanfarria inaudible. Y no la gran Patética, ese enorme grito de dolor heroico. Fue, más bien, un concierto plano, apoyado únicamente en los redobles de Messi o en los inteligentes pases de Iniesta, cuando a éste le toco dirigir la música. Esos directores de orquesta que lo sustituyen, Busquets o Rakitic, fueron esta vez violinistas sin instrumentos, mendigos de la música más alta que tocaba la Real Sociedad.

Se movió el equipo como una orquesta cansada, después de un esfuerzo estético que duró algunos minutos en la primera parte. En esas ocasiones, que Messi ordenó, el Barça liquidó su trabajo de equipo grande. Luego se sometió a la Real como pidiendo perdón por ser como es ahora, en estos entretiempos tormentosos de la vida en derrota.

Málaga pesa, y pesa muchísimo Turín, aquel desastre sólo mitigado por el recuerdo de que la remontada puede ser. Así lo cantaba el estadio. Porque la afición siempre mantiene el entusiasmo por el equipo más que los propios jugadores. No hubo, esta vez, ninguna oposición al juego del visitante. Fue una Fanfarria Patética, su sonido recuerda el ruido de las orquestas de los barrios. O recupera la melodía el Barça o esta vergüenza que produce lastrará el ánimo de la afición incluso. Y de los jugadores, que ya están en caída libre. Menos Messi, eh, menos Messi.