El gesto de Messi
En medio del festival del Barça, que duró quince minutos, Messi se señaló la cara para dibujar el emblema de “los niños valientes” de su fundación de ayuda a la medicina. Antes había conducido a su equipo a una victoria que no sufrió incomodidad alguna. Él se bastó para acorralar al Sevilla en una sucesión de pases que parecían hechos por un extraterrestre que viniera a enseñar sus descubrimientos. Le secundó su escudero, Luis Suárez (Neymar ya va por libre, tiene su propio genio). Esa magistral chilena le dio a esa contribución goleadora la distinción con que el Barça distinguió ese cuarto de hora.
Luego el Barça se fue a dormir. El Sevilla, que otrora fue un equipo fabuloso, es ahora como Neymar sin botas. Vitolo, que era la frescura polivalente de una delantera sonora, hace ruido ahora por sus faltas. Y Sampaoli, al que vimos en la cúspide, se le escapa de sus labios ese “putamadre” que es el espejo de su perolejidad. ¿Qué he hecho yo para merecer este equipo? Nada,. No ha hecho nada. Y el equipo sobrenada.