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Casemiro marcó el gol que faltaba

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Salió bien el Madrid, en un arranque muy de la vieja Copa de Europa, echándose sobre el Nápoles. Casi de salida llegó un remate de Benzema que sacó Reina con manotazo de veterano. A eso siguieron dos o tres cargas más, ante un público inflamado. En eso, un regreso súbito del Nápoles, el balón llega a Insigne, éste ve a Keylor flotando en un lugar equivocado del área y manda desde treinta metros un pase a la red. Menudo chasco. El Nápoles había marcado un gol, que viene a ser la gran ambición de todo el que juega el primer partido fuera de casa. Hacer eso y luego ya veremos. Al Madrid le tocaba hacer tres, por lo menos. Una dura cuesta.

Lo consiguió por un camino un poco menos heroico de lo que demandan estas noches europeas del Bernabéu, pero con un fútbol consciente, bien hecho, nadando y guardando la ropa. Por fortuna, el empate llegó pronto, en un avance por la derecha, bien manejado por James (la sorpresa en la alineación inicial) y resuelto con un magnífico centro de ‘trivela’ de Carvajal al pico contrario del área chica, donde Benzema ganó a Albiol y cabeceó con un golpe de parietal imponente. Golazo. Premio para un Benzema que anoche jugó muy bien, interviniendo con la lucidez de sus mejores días y acudiendo bien al remate. Mandó otro tiro al palo.

La segunda mitad empezó con mando del Nápoles, pero el Madrid le pilló a contrapié dos veces. Una la resolvió Kroos, a pase de Cristiano, que se fue como extremo y fue capaz de verle, desde la línea de fondo hasta la frontal del área, y ponerle el balón donde más le gusta. Poco más tarde, otro ataque, un rebote y una volea sensacional de Casemiro, ese jugador de aporte oscuro que esta vez aparecerá en los resúmenes con papel estelar. Con esos relámpagos más el buen tono general construyó el Madrid su 3-1, que debe valer. Inquieta el Nápoles, fuerte arriba, pero un 3-1 es un magnífico parapeto. La solución, de aquí a tres semanas en el San Paolo.