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Golpe oscuro en la confusión del área

El córner es un símbolo grave en el fútbol; ahí se concentran todas las malas tentaciones. Las que padece el futbolista, las que alimenta el graderío, las que tiene el árbitro de dejar pasar hasta lo que no tiene perdón de Dios. La confusión ahí es total, y parece que, como diría Nietzsche, como ha muerto Dios, es decir, el árbitro, todo está permitido. Ahí, en ese recodo oscuro del camino del fútbol, se produjo este jueves, en San Mamés, una agresión que no debe quedar impune para la justicia del fútbol, ya que fue ignorada por el árbitro y tácitamente aplaudida por una de las mejores aficiones del mundo, la del Athletic, que no ha conseguido perdonar a Iniesta pero que esta vez saludó al autor de la agresión, Aduriz, en su despedida como el héroe de no sé qué batalla. Lo cierto es lo que pasó, lo demás son cosas de interpretaciones y de aficionados.

El árbitro de AS, Urizar Azpitarte, lo citó en su crónica especializada del partido como uno de los lunares (yo vi la luna, que me perdone el gran Urizar, que vio “lunares”) de Fernández Borbalán. Éste ya lo habrá visto también, igual que el graderío que saludó la marcha del excelente delantero con tantos aplausos como si no hubiera hecho eso también. Y lo que hizo fue ponerle la mano de mala manera a un contrario. Y que se ponga este veterano futbolista de un equipo tan noble su propia mano en su tráquea. Si lo hubiera hecho en seguida hubiera salido de la oscuridad del área para pedirle en público disculpas al agredido. No todo vale en la oscuridad del área. Y quien más lo sabe es un delantero, que esta vez se salió de allí como si no hubiera nada, lavándose las manos como el niño matón que golpea al chico en medio de la confusión del recreo.