Don Andrés y nada que objetar
Este rostro pálido del Barça, Andrés Iniesta, es la luz del equipo. Los jóvenes que lo rodean, incluido Messi, un joven cómplice del mejor interior del mundo, ejem, se sienten alumnos que juegan mejor cuando está el maestro. Con él el Barça se ilumina; sin él quedan sabores de su salud futbolística. Pero no es lo mismo. El equipo juega en seguida que él se va con su memoria; luego empieza a saberse en el campo que hay un hueco enorme. Cuando Messi se da cuenta de eso toma el mando, y entonces se equilibra el proceso.
Del resto, nada que objetar: desde Alcácer, al que hay que apoyar porque será lo que es, un gran delantero, aprisionado ahora por la presión de los resultados, a Denis Suárez y a Aleix Vidal, el Barça integró a los reconocidos y a los por conocer. Y el balance es bueno; es cierto que, como decía el otro día el gran Santillana en AS, fútbol es fútbol y gol es gol. En esa glosa que merecen los futbolistas que se recuperan de una reciente caída, el protagonista de la noche fue Arda Turan. Y no porque marcara tres goles, porque se vio que los quería marcar y demostró que sabe cómo hacerlo. Un detalle: la despedida cariñosa de don Andrés Iniesta y Messi, cuando éste recibió del albaceteño el brazalete. Estos gestos son el fútbol. Si no los hubiera esto sería el futbolín.