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BRASIL 3 - ARGENTINA 0

Así jugó Neymar: líder, bailó a Argentina y opacó a Messi

Humilló a Zabaleta, hizo su gol número 50 con Brasil en 74 partidos. Participó en el 1-0, tiró un balón al palo. Se divirtió en la segunda parte. Fue un gigante.

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Así jugó Neymar: líder, bailó a Argentina y opacó a Messi

Frente a frente con Messi, tantas veces empequeñecido en el Barcelona por la tremenda figura del cinco veces Balón de Oro de Rosario, Neymar ensombreció y quitó foco a su amigo en la noche de Belo Horizonte y volvió a gritarle al mundo que es uno de los mejores futbolistas del planeta y que puede ser líder de lo que quiera, incluso de una selección que apunta a grandes cosas en el Mundial de Rusia. Recuperados sus laterales, Daniel y Marcelo, secuestrados tanto tiempo; apuntalado el centro de la defensa con Marquinhos y Miranda, seguro en el medio con Fernandinho y Paulinho, dinámico con Renato Augusto e incisivo y desequilibrante con Gabriel Jesús y Coutinho, Neymar es la bandera, el líder definitivo de Brasil. Jugó un partido digno de lo que es, un crack mundial.

Pareció que Neymar pasaba de puntillas por la primera parte pero fue exactamente lo contrario. Resultó imposible crear más fútbol y hacer más daño que el crack del Barcelona. Al principio, y mientras se cocía el partido, fijó a Zabaleta y Enzo Pérez (Bauza quiso proteger el perfil de izquierdo de Brasil por las subidas de Marcelo) y les desgastó con faltas. Luego, cuando pretendió hacerse un poco más amplio, atacó el centro con cambios de juego y conducciones difíciles de descifrar. En una de ellas, Mascherano se lo llevó por delante. Neymar va a otra velocidad pero en ocasiones también da la sensación de influir lo que quiere en el partido. Al fin, decidió romper a jugar. Arrancó la jugada del 1-0 alentando a su compañero de equipo (Mascherano) a tomar malas decisiones. Luego se dejó ver por la derecha. Condujo, burló al Jefecito y disparó al palo. Mientras el Mineirao coreaba su nombre firmó el 2-0 con una definición muy suya: interior de la pierna derecha como en la final de Copa de la temporada pasada ante el Sevilla. Como ante el Madrid en su primer gol en un Clásico en la Liga. Como tantas veces.

Neymar, que no estuvo en el 1-7 del Mineirao y no tenía el estigma de la humillante, sí será recordado por el 3-0 a Argentina en una noche en la que la Brasil del fútbol volvió a reencontrarse con la canarinha, harta como estaba de entrenadores cicateros, sistemas cobardes. Los Juegos Olímpicos, el subidón de la final de Maracaná que allí conquistó el único gran trono que le faltaba por más que la medalla de oro no sea la cima del fútbol, han rehabilitado el juego, la samba. El 2-0 de Neymar fue su gol número 50 en 74 partidos con Brasil. También ha dado 30 asistencias. Unas cifras asombrosas. La segunda parte fue un show de Neymar, que bailó sobre la tumba de Argentina. Humilló a Mascherano, Zabaleta y al que se le puso por delante. Tenía hambre de fútbol y de diversión. Él es así. No puede pensar si está el Madrid delante o su amigo Messi. Funes Mori lo levantó dos metros del césped con una patada lamentabilísima. No saber perder.

Los 90 minutos para Neymar, el césped, son su espacio de distracción. Fue un puñal aunque se marcó algún arabesco final que los puristas de la ética considerarán innecesario. Precisamente esa falta de eficiencia es la que se espera depure con el paso de los tiempos. De ser un jugador egoísta, o simple obsesionado de la estadística, la hubiera engordado con algún gol más. Él simplemente pretende divertirse en ratos así. En Belo Horizonte fue un gigante, un futbolista descomunal.

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