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España pedía un Nolito a gritos

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Nolito tenía la llave y la clave. Más allá del primer gol de España, una vez más regalo del portero rival, el segundo sí fue producto de lo que se precisaba para tumbar a Albania: valentía para encarar, decisión en el uno contra uno y definición. Nada que se viera en la primera parte, pues La Roja hizo en ese tramo un fútbol correcto e incluso vistoso, pero no práctico para romper una defensa de ¡¡hasta seis!! albaneses en línea. Así ocurrió que la posesión de España llegó a picos de 80%, aunque las ocasiones claras de gol realmente fueron menos de las esperadas. Hubo buena gestión de balón, movilidad y dominio apabullante. Faltaba un Nolito o similar, capaz de irse por banda, romper, crear superioridad. Vitolo no lo supo hacer, ni Silva, ni...

La apuesta de Lopetegui de alinear a tres defensas y acumular cuatro piezas en la medular condicionó los desbordes. Sin laterales largos, a Monreal le tocó subir desde muy lejos con lógica prudencia e incluso vimos desplegarse a Ramos (puso un buen balón en la cabeza a Costa). Pero eran recursos, no soluciones. Iniesta, Silva, Thiago, Koke y Vitolo se inflaron de tocar, de bailar el balón, de intentar paredes por el centro. Por ahí no había sitio. España entraba en fase de alerta cuando se encontró el favor del portero que no desaprovechó Costa y fue el anticipo del cambio que pedía a gritos la Selección: necesitaba a un extremo, un tipo decidido, un Nolito capaz de meter miedo. Y lo hizo. La solución estaba en la banda y Lopetegui volvió a tardar en verlo.