Quibdó está poblado por cerca de 100.000 personas; según los cálculos de Cristian Martínez Borja, la mitad de la población está de celebración y los restantes tienen golpeada la autoestima desde hace algo más de cuatro años, pero se mantienen esperanzados en que a fin de año estarán jubilosos. “La mitad es hincha de Nacional y la otra mitad es del América” , sostiene el delantero chocoano, quien el pasado martes en el Pascual Guerrero frente a Leones, anotó su primer gol con los ‘escarlatas’, el equipo de sus entretelas, por lo cual se decidió a retornar del fútbol mexicano, donde actuó durante cuatro temporadas.
Entonces Martínez Borja reconoce que en el duelo final por la Copa Libertadores entre Independiente del Valle y Atlético Nacional, “no le deseo el mal a los compañeros colombianos, pero tampoco le hice fuerza a Nacional, lo dejé a la de Dios, porque nosotros también tenemos un gran objetivo, que es ascender”. La disputa tradicional con la que se levantó en su tierra, se lo impedía. “Desde niños, hacíamos apuestas, jugábamos los hinchas del América contra los de Nacional, por eso era un sueño para mí jugar en América ”, reconoció el atacante de 28 años de edad, en diálogo con AS Colombia.
Salió de Quibdó y desde entonces es más el tiempo que se ha mantenido allende las fronteras… hizo el complemento de las divisiones menores con el Internacional de Porto Alegre, donde compartió equipo con Alexandre Pato; durante las cuatro temporadas y media que estuvo en el fútbol brasileño, también jugó en Flamengo y fue dirigido por Wanderley Luxemburgo, y posteriormente emigró al Estrella Roja del Belgrado , donde fue orientado por Robert Prosinecki. Hoy es uno de los faros con los que América confía en que iluminará el camino hacia el ascenso.
Descalzo: “Jugué descalzo hasta los 14 años, con piedras y polvo, pero el sueño de ser futbolista lo hace a uno ignorar los riesgos, lo que quería era jugar fútbol, hacer goles y ganarle al rival”.
Su inteligencia para jugar: “Lo aprendí en Brasil, desde que hice las divisiones menores con el Internacional, allá se trabaja mucho con el balón; guían a los delanteros a que se tiren atrás para jugar y darle aire al equipo, pero además, uno tiene que hacer goles”.
El compañero mejor dotado técnicamente: “Alexandre Pato, es un jugador completo, que sabe mucho con el balón y con una excelente definición”.
Creyente en Dios: “Sin Dios no somos nada. Lo adopté desde que estuve jugando en Brasil, donde la mayoría de jugadores son muy creyentes, van a la iglesia”.
El doctor: “Me lo pusieron en México, porque gracias a Dios pude aportarle mucho a Veracruz desde que llegué, por eso me pusieron ‘el doctor del gol’, pero siempre mantengo tranquilo, humilde; el jugador tiene que demostrar en cada partido”.
El domingo frente a Llaneros: “Todos los rivales juegan totalmente diferente cuando enfrentan al América, pero nosotros tenemos que seguir trabajando con humildad y convencidos de que tenemos que ganar”.