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JUEGOS OLÍMPICOS

El fiasco de la villa sucede por la crisis y la corrupción

Se detuvo a varios altos cargos de las constructoras. Con la crisis económica se paralizó la compra y venta de viviendas de la villa olímpica.

Imagen de la villa olímpica, edificada en una zona aislada de Río.
AFP

Chapuzas, falta de agua caliente, goteras, tuberías atascadas, falta de información en los alrededores, escombros por todos los lados y un batallón de obreros intentando concluir los arreglos de última hora... Los problemas en la villa olímpica de Río de Janeiro llevan días quitando protagonismo al deporte.

Delegaciones abandonando el local por falta de infraestructuras básicas, acusaciones de sabotaje de los obreros, multa por contratación de operarios de manera ilegal. El fiasco de la villa de Río es innegable, pero es difícil creer que nadie se diera cuenta de tantos problemas antes de la llegada de Australia, que desató la polémica.

El ayuntamiento de Río apunta al Comité Organizador, que señala a los administradores… ¿Quién es el culpable? Para entender el problema hay que comprender el escenario político y económico brasileño y cómo los recientes escándalos de corrupción llevaron a prisión a más de cien personas entre políticos, funcionarios y altos cargos de las principales constructoras brasileñas, acusados de un lavado de dinero que movió más de 3.000 millones de euros de manera ilegal.

Entre los detenidos en marzo de 2016, estaban Paul Elie Altit y Antonio Pessoa Couto, directivos de la constructora Odebrecht y responsables del proyecto de la villa. Ambos fueron acusados de pagos ilegales a cambio de favores para obtener licencias y facilitar el levantamiento de otra obra, un edificio en la región portuaria de Río, renovada por la misma Odebrecht para los Juegos.

Ambos fueron liberados cuatro días después, pero no regresaron a sus puestos en la empresa, obligando así a cambios en posiciones fundamentales de la gestión. Además, la constructora pasó a sufrir dificultades tras ver a 13 de sus más altos directivos acusados de corrupción y lavado de dinero.

El problema fue agravado por la crisis en Brasil, que paralizó el mercado de compra y venta de viviendas y transformó en un fracaso el intento de vender los 3.604 pisos que ahora abrigan a los atletas, pero que serán convertidos en viviendas de clase media alta.

Sólo un 10% de los pisos fueron vendidos en la promoción de 2014. En dos años, fueron gastados más de 15 millones de euros en publicidad y el proyecto, que llegó a tener hasta 100 trabajadores, hoy tiene menos de una docena.

Eso hizo que una obra presupuestada en casi 1.000 millones de euros recibiera alrededor de un 25% menos del dinero necesario. La suma de los factores llevó a todos los problemas que se ven ahora. Y que pueden ser todavía peores durante los Juegos. La Compañía Estatal de Aguas y Alcantarillas de Río de Janeiro afirmó que la constructora “no ha entregado un sistema de tuberías satisfactorio”.