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JUEGOS OLÍMPICOS

Crisis y Corrupción, culpables del fiasco de la Villa Olímpica

Las detenciones de altos cargos de una de las constructoras y el fracaso de la venta de los pisos que hoy abrigan los atletas ha comprometido la conclusión correcta de las obras.

Villa olímpica.
Fernando MaiaEFE

Chapuzas, falta de agua caliente, derramas, tuberías atascadas, falta de información en los alrededores, escombros por todos los lados y un batallón de obreros intentando concluir los arreglos de última hora. Los problemas en la Villa Olímpica de Río de Janeiro llevan días quitando protagonismo de los deportes en los debates y titulares sobre los primeros Juegos de Sudamérica.

Delegaciones abandonando el local por falta de infraestructuras básicas, acusaciones de sabotaje de los obreros por el retraso de las nóminas, multa por contratación de operarios de manera ilegal. El fiasco de la Villa de Río es innegable, pero es difícil de creer que nadie se diera cuenta de tantos problemas antes de la llegada de la delegación de Australia, hace una semana, cuando desató la polémica.

El ayuntamiento de Río apuntala al Comité Organizador que apuntala a los administradores de la Villa… Pero, al final, ¿quién es el culpable del papelón más grande que se recuerda en la historia reciente de los Juegos Olímpicos?

Para entender el problema hay que comprender el escenario político y económico brasileño y como los recientes escándalos de corrupción que llevaron a prisión más de cien personas entre políticos, funcionarios y altos cargos de las principales constructoras brasileñas, acusados de estar involucradas en un esquema de lavado de dinero que movió más de 3.000 millones de euros de manera ilegal.

Entre los detenidos en marzo de 2016, estaban Paul Elie Altit y Antonio Pessoa Couto, directivos de la constructora Odebrecht y responsables del proyecto de edificación de la Villa Olímpica. Ambos fueron acusados de pagos ilegales a cambio de favores para obtener licencias para facilitar el levantamiento de otra obra, un edificio en la región portuaria de Río, renovada por la misma Odebrecht para los Juegos.

Ambos fueron libertados cuatro días después pero no regresaron a sus puestos en la empresa, obligando así a cambios en posiciones fundamentales en la gestión final de las obras de la Villa. Además, la constructora pasó a sufrir con serias dificultades de caja tras ver a 13 de sus más altos directivos acusados de estar involucrados en corrupción y lavado de dinero.

El problema fue agravado por la crisis económica en Brasil, que paralizó el mercado de compra y venta de viviendas y transformó en un verdadero fracaso el intento de vender los 3.604 pisos que ahora abrigan los atletas pero que después serán convertidos en urbanizaciones con viviendas de clase media alta bautizada “Isla Pura”.

Sólo un 10% de los pisos fueron vendidos desde el lanzamiento de la promoción, en 2014. En dos años, fueron gastados más de 15 millones de euros en publicidad y el proyecto inmobiliario que llegó a tener hasta 100 trabajadores hoy tiene menos de una docena.

Eso hizo con que una obra presupuestada en casi 1.000 millones de euros recibiera casi un 25% menos del dinero necesario.La suma de los factores llevó a todos los problemas que se ven ahora. Y que pueden ser todavía peores durante los Juegos. La Compañía Estatal de Aguas y Alcantarillas de Río de Janeiro afirmó que la constructora “no ha entregado un sistema de tuberías satisfactorio”.