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Despedida Yepes

Hasta pronto, Capitán: Mario Yepes se despide del fútbol

El último gran líder de la Selección deja definitivamente las canchas 22 años después de su debut como profesional. Perfil y homenaje a un histórico del fútbol colombiano.

Bogotá
Mario Alberto Yepes se despide del fútbol
Getty Images

"Lo más importante en el fútbol es que lo recuerden a uno como un buen tipo”. La frase es de Mario Alberto Yepes, pero se queda corta. Con 40 años -casi 30 dedicados a la pelota- no solo ha sido un hombre leal. Empujó, alentó, animó, reprendió, combatió, contagió. Creyó. Cerró, quitó, despejó, raspó, protegió, salvó. Sobrevivió. Arengó, lloró, festejó, bailó –un poco- y abrazó. Yepes se convirtió en un símbolo de ese lugar de la cancha al que muy rara vez llegan los reflectores, en una prueba de que el coraje es un elemento esencial para hacer historia.

Nació con la inteligencia necesaria para conducir grupos y la experiencia avivó su necesidad de asumir responsabilidades. Siempre fue al frente. Desde los entrenamientos en la Escuela Sarmiento Lora hasta el día en que Colombia salió aplaudida del Mundial de Brasil, porque así como los goles de James, Teo, Jackson, Armero, Cuadrado, Quintero y Ramos, su banda de capitán también ayudó a ganar partidos. Compensó velocidad con estrategia y encendió la mística grupal que viene atada a la extraordinaria combinación de talento y carácter.

Es 20 de enero de 2016 y Yepes anuncia su retiro tras 21 años y 10 meses de carrera. Ya hace falta porque los jugadores como él son escasos y el tiempo pasó muy rápido. “Mario Alberto Yepez Diaz”, “Liga del Calle”, “Escuela Carlos Armiento”, con esos tres errores de tipeo quedó registrada su llegada al fútbol profesional en la ficha de la Dimayor. Humberto ‘Tucho’ Ortíz lo hizo debutar con Cortuluá, el 27 marzo de 1994 en el Estadio 12 de Octubre, frente a Junior. Mario Alberto era delantero goleador en dupla con Milton Rodríguez, pero ese día los que marcaron y se quedaron con los puntos fueron Iván René Valenciano y Alexis Mendoza.

A los pocos meses, cambió de técnico y cambió de vida. Reinaldo Rueda, recién llegado de la escuela alemana, lo hizo jugar primero como defensa por izquierda –en línea de 3- y luego lo destinó a la posición de central. Una idea que a Yepes no le parecía ni graciosa ni acertada, pero que acató con disciplina y que terminó por convertirlo en uno de los mejores ‘2’ de la historia del fútbol nacional. Talla, buen fútbol aéreo, buena pegada y ese quite deslizante tan estético como efectivo se convirtieron en su sello. Un homenaje a la precisión. Tiempo y espacio justos para quedarse con el balón a pesar de la técnica o velocidad del rival, además, siempre con la intención de salir jugando. Crack.

El primer gran sueño: jugar en el equipo de su corazón, tiene fecha de 1997 y tono de polémica. Ignacio Martán, presidente de Cortuluá y Óscar Astudillo, presidente del Cali, tasaron el acuerdo en 5 jugadores del Verde más 100 millones de pesos. ¡Un robo!, se indignaron los hinchas –y eso que no había Twitter-. Sin embargo, Yepes conquistó con sus condiciones y apareciendo cuando todo se complicaba, poniendo cuando había que poner. En 1998 festejó su primer título bajo el comando de Cheché Hernández -que fumó sin parar todos los partidos del campeonato-. Un gran Cali que atrajo a muchos colombianos durante su participación en la Libertadores 99 y que terminó con subcampeonato tras una dolorosa tanda de penales frente a Palmeiras.

Jugó 765 partidos. 76 en Cortuluá, 105 en el Cali, 77 en River, 82 en Nantes, 140 en el París Saint Germain, 64 en el Chievo, 54 en el Milan, 26 en Atalanta, 39 en San Lorenzo y 102 con la Selección Colombia. Disputó cuatro Eliminatorias, un Mundial, fue campeón de la Copa América, de la Serie A, de la liga argentina y colombiana, subcampeón de la Copa Libertadores. Marcó 50 goles. Inolvidables -entre tantos- la chilena descomunal a Nueva Zelanda -¿el premio Puskás para cuando?- y los dos ante Paraguay de camino a Brasil 2014. Siempre con objetivos a corto plazo y reticencia a planear el futuro como si fuera un juego. Vivió los últimos años de su carrera partido a partido.

Es un hombre de códigos, por eso no estuvo de acuerdo en que esa famosa arenga de la Eliminatoria: “Hoy tenemos un compromiso grande con toda la gente que está acá, con la gente que está en las casas, con nuestras familias y con el país, pero el compromiso más grande es con nosotros, hermano. Tenemos que demostrar para qué mierda estamos y hoy es un partido para eso. Vamos a meterle a esto para que sientan que hoy aquí no van a ganar. 1,2, 3. ¡Colombia, Colombia, Colombia!”, se convirtiera en alimento de las redes sociales. Atesora la intimidad del grupo y asegura que antes, durante y después del Mundial hubo más y mejores. Mario estimuló la ambición de triunfo y la resistencia a la frustración desde el camerino.

A Yepes hay mucho que agradecerle: su fútbol, la entrega, el ejemplo, el respeto, e incluso la arenga –que acalló incrédulos-. Pékerman a quien solo le gusta figurar lo necesario, accedió a enviarle un mensaje en el programa Pura Química, de ESPN, hace pocos días. “Es de público conocimiento el afecto que te tengo. Has sido para todos nosotros nuestro gran capitán. Indispensable jugador y gran persona en los logros de la Selección. Recuerdo el apoyo que tuviste con nosotros desde el primer día, las charlas que mantuvimos, tus arengas antes y después de los partidos, sin duda que eso será inolvidable y quedará grabado en el corazón de todos los colombianos”.

Lo dice José y lo firma el país. Gracias, capitán.