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Santa Fe

Quiñones: "Qué más quisiera que jugar la final con Santa Fe"

AS Colombia compartió con el excardenal, quien se ilusiona con volver. Vimos junto a él, el juego de la clasificación a la final de la Sudamericana.

BogotáActualizado a
Luis Quiñones "tropezó" y quiere ser perdonado por Gerardo Pelusso. Pide indulto técnico.
Colprensa

Luis Quiñones tiene los brazos fortificados y el alma triste, desolada. Sufrió el empate de Santa Fe contra Sportivo Luqueño. Empuñó sus manos cuando Marcelo Báez debajo del arco la tiró afuera. Se tapó la cara con su camiseta cuando Báez centró al área de tiro libre a poco del final. Celebración melancólica la que expresó cuando vio a sus compañeros abrazarse con motivo de la clasificación a la final de la Copa Sudamericana.

“Siento alegría y tristeza. Qué más quisiera yo que estar allá, para jugar esa final. Me llena de amargura estar viendo los partidos por televisión”, se lamenta mientras se soba el nombre de su primogénito (Thiago, de 8 meses) que tiene tatuado en su antebrazo izquierdo, y luego muestra una conversación con un compañero del ‘Cardenal’, quien le expresa que el equipo lo necesita, que ya se lo hicieron saber al presidente del club, César Pastrana, y que esperan que el técnico Pelusso sea condescendiente.

Entonces, ‘Kike’, como lo llaman sus cercanos, muestra una ligera ilusión. Siempre mantuvo ilusionado de un mañana mejor. Desde que los vecinos en su barrio, El Vergel (Distrito de Aguablanca) lo impulsaban a seguir adelante convencidos de que Luis Quiñones podría llegar a ser un importante jugador de fútbol.

Él también se lo creyó. Desde los 7 años, cuando empezó a jugar, en el Boca Juniors de Cali. Luego se convenció que fútbol era la única salvadora válvula de escape.

“Los amiguitos con los que jugaba bolas, después los empecé a ver con una pistola en la mano, o muertos; pero a mí la gente me cuidaba, porque jugaba fútbol y tenía futuro. No cogí vicios, ni le quité nada a nadie, fui sano; elegí el camino del bien y eso me sirvió para sobrevivir”.

Sobreviviente Luis Enrique Quiñones García. El Vergel se mantiene como el quinto barrio con más homicidios en Cali (32 en 2014). “Mis amigos eran enemigos de los de la ‘Tatabrera’, que estaban solo a tres cuadras de mi casa, era un peligro, al que veían en las esquinas, le disparaban”.

Desprotegido

Y se le desliza una lágrima cuando se duele porque el sonido de las balas que aturdían en su barrio, también impactaron en el cuerpo de su padre. 15 años tenía ‘Kike’ cuando le mataron a don Jorge Enrique, ‘Kike’ padre. “Y a mi madre, la última vez que la vi, tenía 8 años, dijo que se iba para Venezuela y nunca volvió. No sé si vivirá o no, no la recuerdo muy bien, ni creo que ella me recuerde, ya soy un hombre (tiene 24 años, 26 de junio de 1991), pero es difícil crecer sin los padres, ¡los extraño!

Huérfano, con dos hermanos mayores, cada uno con sus propias necesidades, y al cuidado de su abuela Margarita (actualmente tiene 72 años), Quiñones no tuvo opción diferente a suspender el fútbol, dejar de soñar y sobrevivir. “Me puse a trabajar construcción con un tío. Era muy duro, pero me tocó hacerlo desde los 16 y hasta los 19 años; sin embargo, yo seguía jugando ‘recochas’ y ahí me tiraban ‘la liga’ (plata) o me daban para lo de los pasajes; hasta que el profesor Hebert Cardoza, me envió al Patriotas. Luego, tengo que agradecerles a Luis Bedoya ‘Cejas’ (su representante) y al profesor Jorge Luis Bernal (lo dirigió en Itagüí)”.

En Tunja también sufrió. Su debut en la profesional -dirigido por el ‘Nano’ Prince- fue su primer escalón luego de tan tortuoso camino que había recorrido en sus primeros 20 años de vida. “Fue difícil esa época en Patriotas. Vivía con unos compañeros de la Sub-20, nos pagaban casi nada y tocaba irse y venirse a pie hasta el entreno; era lejísimo, nos echábamos una hora y media en cada viaje”.

Y ahora Quiñones que ya no camina sino que corre y vuela, desea aterrizar, reivindicarse con Santa Fe y su hinchada; pide una última oportunidad. “Ya les pedí perdón a mis compañeros, al técnico y al Presidente, quien siempre me ha protegido y es un gran ser humano”.

Sobreviviente de la violencia con la que convivió durante la niñez, Quiñones reflexiona que de su trabajo depende que el pequeño Thiago tenga una armoniosa infancia. “No sé hacer nada más que jugar fútbol”, expresa y apunta que tiene tres años más de contrato con el Junior, pero que su ilusión es recibir el indulto del técnico del Santa Fe, y ser campeón.

Sin embargo, también asume que “defraudé a la gente de Santa Fe con mis actos de indisciplina. Todo esto me ha servido para convencerme de que para todo hay tiempo en la vida; voy a poner de mi parte para ordenarme”, aseguró en relación a las reiteradas sanciones que recibió en el equipo capitalino que terminaron por excluirlo, por priorizar el trago y la parranda.