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Hubo ausencia de ambición en Millonarios en el segundo tiempo, que no aprovechó el desorden del Cúcuta y el descontrol en la zona de volantes del local. Después del empate conseguido por Agudelo, era de suponer que ejercería cierta cuota de presión, pero no hubo tal.

Hubo ausencia de seguridad en el Cúcuta. Sus jóvenes delanteros, rápidos, livianos y en consecuencia capaces de aprovechar esas condiciones, se enredaron en la jugada final. No pudieron "filtrar" un pase por lo bajo para sorprender a los defensas azules. Tienen idea, pero no ejecutan la maniobra como debe ser. Tendrá que trabajar mucho Flabio Torres en movimientos, en los llamados espacios reducidos.

A su favor puedo decir que en la última visita a Bogotá, salieron goleados y con mal semblante. Pero mejoraron en términos generales, especialmente en la parte inicial, donde superaron a Millonarios a tal punto que Vikonis se destacó, por su buena colocación y reacción.

Curiosamente Lunari renunció a ese cambio previsible de Mayer Candelo por Insúa. Por él, de discreto trabajo, entró Agudelo, quien fue mucho más importante no solamente para obtener el empate, en jugada asociada con Silva, sino que dio otra cara al equipo.

Siempre se considera el empate como buen resultado para un visitante. Hoy en día esa actitud conformista debe superarse. Cuando se empata, realmente se están dejando de ganar dos puntos y eso al final puede pesar para las clasificaciones hacia la final. Si Millos se hubiera atrevido, mostrando más ambición, quizás habría aprovechado mejor en la segunda fase el juego abierto que propuso el Cúcuta.