Montoya por siempre: líder y bicampeón de las 500 Millas

500 Millas y tres horas con nueve minutos para remontar desde el último lugar parece una condena. Adelantar 29 carros jugándose la vida a un promedio de velocidad de 223,6 millas con el peligro latente de un muro que cuenta hazañas pero también tragedias parece una invitación a desfallecer. En cambio, sirve para demostrar que el fuego interior de Montoya arde cada vez que pisa el acelerador y que su firmeza al volante está a prueba de todo.

Wilson, Hunter-Ray, Briscoe, Bourdais, los primeros que dejó en el camino. La nariz de su Chevrolet se perfiló hacia la hazaña. Andretti, Sato, Hildebrand, Rahall, De Silvestro (la que lo mandó a la cola) Cháves, tampoco lo pudieron contener. Su ritmo fue demoledor. En la vuelta 137 avisó. Bell, Tagliani y Jakes apenas lo vieron pasar.

En la punta de carrera, Scott Dixon, Will Power y Sebastian Peganaud le mostraron el tono de la lucha por el primer lugar. La definición comenzó en el giro 162 cuando estaba tercero. Poco espacio, muchos talentos, ambiciones desbordadas y una cadena de banderas amarillas que relanzaron la carrera para poner más emoción.

Minutos de cabeza fría pero corazón al límite para defender el liderato de la categoría en las últimas 10 vueltas. Power, Dixon, Montoya. La primera ecuación que Juan Pablo rompió con un sobrepaso a Dixon por el costado y que lo dejó en los espejos del campeón Power. A tres giros reclamó la gloria. Se tomó la recta del óvalo. Power y Dixon apretaron. No pudieron. Montoya se adueñó de la hazaña. Cruzó primero.

“Fue increíble. Increíble, el carro perfecto”, resumió apenas dejó su Chevrolet.

“En un piloto fuerte, muy sólido. Felicito a Juan”, se rindió Power, como todo Indianápolis que lo coronó por segunda vez en 15 años.

Con este triunfo, su segundo de la temporada sigue al frente de la clasificación general de IndyCar con 272 puntos, a 25 de Will Power que es segundo.