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Para los incrédulos, las cifras

Cuestionado, resistido, señalado. Ese era Jackson Martínez 10 años atrás, cuando el técnico Pedro Sarmiento decidió darle una oportunidad en Independiente Medellín. El delantero nacido en Quibdó no la pasó bien ante su hinchada que le cobraba con silbidos sus falencias técnicas. Tuvieron que pasar 5 años para que Jackson se metiera en la historia del club antioqueño como el goleador del torneo en el que el DIM consiguió su quinta y última estrella. 18 anotaciones -2 en las finales- fueron la prueba de amor necesaria para transformarlo en ídolo.

Hoy en Porto es un referente indiscutido, incluso por encima de James y Falcao quienes vistieron la misma camiseta. No se cansa de romper récords. Este lunes le marcó a Boavista y con esa anotación tachó al último rival al que le faltaba vencer en la liga portuguesa. Hace unas fechas se convirtió en el máximo goleador del Estadio do Dragao y días más tarde anotó el tanto 5000 del Porto. El presidente del equipo portugués ya resignó su salida porque los elogios llegan de Inglaterra, Italia, España... Arsene Wenger es uno de sus admiradores.

Sin embargo, Jackson es un jugador al que ha costado convencer y para muchos la Selección es una cuenta pendiente. Lo convocan, es protagonista en los medios, pero celebra poco. A su favor hay que decir que en la era Pékerman solo ha jugado 341 minutos, contando los 90 ante Japón en la Copa Mundo en los que anotó 2 goles. Así que para los incrédulos, las cifras.

En tiempos en los que los fichajes de niños futbolistas son tendencia, Jackson reivindica al jugador que ha hecho carrera. Y hoy agradecemos al Ulsan de Corea, que le cambiara las condiciones del contrato cuando estaba listo para volar de Medellín a ese fútbol en el que pagan mucho, pero se gana poco.