Un Oscar y un Razzie

Un video publicitario en política debe ser como una película: debe parecer real y tener muy buenos actores para que la gente crea la historia.

El 9 de julio, día en que el presidente Petro salió a defender su reforma pensional y a anunciar la sanción de la misma, hizo su alocución en presencia de don José del Carmen Estepa, uno de los adultos mayores beneficiados con la renta solidaria. Fue una alocución hecha en la casa de don José del Carmen e inició con una corta conversación entre los dos, muy fresca y espontánea, donde el señor Estepa tuvo amplia participación, no fue interrumpido, ni limitado en su palabra, algo que es de aplaudir. Esta alocución con participación libre y espontanea de don José del Carmen Estepa se gana un Oscar, por bien hecha, por dar participación a uno de los beneficiados de la ley, por mostrar en una imagen la importancia de lo aprobado en el Congreso de la República y por cambiar la locación de la Casa de Nariño y atreverse a salir a donde la gente real con problemas reales.

Por otro lado, el 7 de agosto en la vía que conduce de Bogotá a Tunja, exactamente en el municipio de Ventaquemada, en la zona donde está ubicado el monumento a la Batalla de Boyacá; el presidente Gustavo Petro decidió hacer su alocución conmemorando ese hecho tan importante para nuestro país, el cual marcó el inicio de nuestra libertad del imperio español, y para eso escogió la cafetería y amasijos Samuelito de doña Blanca Lucy Junco. Fue una excelente idea elegir a una mujer trabajadora y cabeza de hogar como doña Blanca Lucy, para el previo de la alocución, además porque aparte de hacerle un reconocimiento a las mujeres trabajadoras del país mostró aquella parte humana de un político como Gustavo Petro.

Lo malo fue cómo hicieron el video. Para una pieza de ese tipo, promocional, y que pretendía mostrar la cercanía del presidente Petro con las personas trabajadoras del país, como la dueña de ese establecimiento, debe parecer lo más natural posible. Doña Blanca Lucy lo hizo muy bien, pero casi no la dejaron hablar, ella era la protagonista del video, no el presidente Petro. Si ella hubiera dicho por qué entraban más clientes a su negocio, que lo iba a hacer, pero el presidente la interrumpió, hubiera quedado esa respuesta en boca de una persona con credibilidad, autoridad y conocimiento para explicar por qué estaban entrando más personas, y eso por sí solo le daba a entender a la gente que la economía había mejorado o estaba mejorando, que era el objetivo principal de la pieza.

Cuando el presidente le pregunta a doña Blanca “¿en estos dos años, sobre todo ahora, entran más clientes o menos a comprar arepas?, doña Blanca Lucy responde “más, más, la economía ha subido, y el presidente dice “ha mejorado, pero estuvo difícil”, la señora responde “difícil, difícil”, el presidente le pone la mano en el hombro y finaliza diciendo, “es un indicador positivo porque indica que vamos bien si seguimos así”. Esa última frase, debió decirla doña Blanca Lucy y no Petro, por una sencilla razón, a doña Blanca Lucy cualquier cosa que hubiera dicho, si se lo hubieran permitido, estaba en el marco de la confianza y la credibilidad, en cambio lo dicho por el presidente Petro tiene una carga política que todos conocemos.

En resumen, doña Blanca Lucy debió ser la protagonista del video y permitir que en sus palabras respondiera las preguntas que le hacía el presidente con total libertad, de esa manera el nivel de credibilidad y de persuasión habría aumentado indiscutiblemente. Esta alocución se gana el Razzie por limitar la participación de doña Blanca Lucy, por no permitir su espontaneidad, por darle más diálogos al presidente Petro que a la protagonista del video, y por desaprovechar una locación bien escogida para un video mal realizado. Pero ese es el camino. Realizar las intervenciones del presidente Petro en lugares diferentes a la Casa de Nariño y con personas de carne y hueso es una gran estrategia para lograr cercanía con la gente, especialmente para persuadir a aquellas personas que pueden tener una opinión contraria al Gobierno, pero no olvidar que debe ser o parecer lo más natural posible y dándole protagonismo a la persona invitada.