La caverna de Petro
Muchas veces no nos damos cuenta de lo que decimos hasta que esas palabras generan reacciones en nuestros receptores.
Tal vez eso es lo que le sucede al presidente Gustavo Petro cuando da sus monólogos, que algunas veces parecen soliloquios, porque da la impresión de que fuera una reflexión interna. La capacidad discursiva de Petro para mucha gente es su mejor arma, tal vez porque parece que estuviera representando a Hamlet de William Shakespeare, donde se mezclan la interpretación, el cambio de tonos, la expresión corporal, es decir, todos los elementos de la teatralidad, que son muy importantes para poder transmitir aquella complejidad de los personajes y el torrente de emociones que se viven en esa obra.
Petro es un mago en el manejo de las emociones, y lleva a su auditorio a ver y sentir lo que está diciendo; casi que dibuja con sus palabras aquellos escenarios que con lujo de detalles describe. Las personas son sumergidas en un mundo de visiones y sensaciones en los cuales Petro es el hacedor de todas ellas. Sus discursos siempre extensos y llenos de pasajes donde son reiteradas sus referencias al fascismo, principalmente para poner en claro que su Gobierno es la antítesis de ese movimiento social de carácter totalitario que surgió en Italia, por allá en el siglo XX. Sus frases siempre pletóricas de adjetivos para referirse a todo aquel que no encaje en su pensamiento, podríamos decir, enmarcado en aquella alegoría del filósofo que nos presentaba en su obra La República, llamada La Caverna de Platón, en la cual pretende mostrarnos la naturaleza del conocimiento y la verdad.
Tal vez Petro ve a Colombia como aquella caverna en la que la oscuridad es la única compañía para personas que han estado encadenadas desde su nacimiento, donde solo ven una pared y detrás un fuego que proyecta sombras de objetos que pasan frente a ellas, lo cual los lleva a pensar que esas sombras son la totalidad de su vida, es decir, la realidad. Es probable que Petro se vea como aquel hombre que, cansado de estar en esa caverna, sale y ve el mundo exterior, y cuando regresa a contarles a sus compañeros, no le creen y lo rechazan. Es muy posible que el presidente vea a sus contradictores como esos que no le permiten sacar al pueblo de la oscuridad y llevarlo a esa luz que él vio, para lo cual, utiliza el marco mental de “golpe de Estado o golpe blando” planeado por la derecha, un marco en el cual establece que cualquiera que esté en contra de su Gobierno, lo critique, o le haga exigencias, es de derecha, pretende sacarlo del poder y sus seguidores deben ayudarlo, ya que él es el adalid del buen gobierno y de la justicia social.
Por otro lado, Gustavo Petro ha logrado, con mucho éxito, crear la narrativa del héroe, la princesa y el villano; donde la princesa es el pueblo, el villano es la derecha junto con todo lo que esté en contra de sus políticas, y él, en el papel de héroe, quien lucha por salvar al pueblo. De esa manera logra poner el debate político entre el bien y el mal, consiguiendo ubicarse en el bien y trasladando cualquier situación contraria a sus ideas en el mal. Por eso Petro trabaja en lo que los científicos llaman “inconsciente cognitivo”, es decir, aquella parte de nuestro cerebro de la que no somos conscientes, pero que controla muchas de nuestras funciones mentales.
Todo lo anterior, contenido en aquel concepto “revolucionario” llamado progresismo, que se fundamenta en la idea de comunidad, en un país visto como una familia responsable y solidaria. George Lakoff lo define como “un país en el que la gente se preocupa por los demás, no solo por sí misma, y actúa con los demás de forma responsable con fuerza y eficacia”. Debemos recordar que el presidente Gustavo Petro siempre ha dicho identificarse con el progresismo y pertenecer a esa corriente ideológica y política.
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