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¿Cuál es la mujer más fogosa?

“Se busca disgustos quien no da gustos”, eso reza un proverbio francés que describe lo que para nosotros serían “cachos”.

Las relaciones entre hombres y mujeres están llenas de historias, mitos y leyendas, desde épocas inmemoriales. Pierre de Bourdeille precisamente habla en su libro ¿Quién es más fogosa: La casada, la viuda o la soltera?, de esos temas que pueden ser más realidades de las personas, específicamente de las mujeres, que ficciones creadas por una mente lujuriosa. Bourdeille quien fue un cronista, escritor y biógrafo tenía una alta capacidad para hablar de la sociedad de su época, en el siglo XVI, y en este caso se refería a las mujeres.

Sobre las mujeres casadas contaba, hablando acerca de lo que le dijo una dama en la corte de España, “aunque las mozas (jóvenes solteras) con el calor de la sangre se disponen a querer mucho, no puede ser tanto como las casadas y viudas, que tienen más experiencia en el negocio”. Bourdeille, sobre el mismo tema, hace referencia a un comentario hecho por Boccaccio, en uno de sus libros, donde menciona una frase dicha por la reina: “si bien está mal hecho y va contra la voluntad de Dios desear la mujer casada, que solo se debe a su marido, es más cómodo enamorarse de ella que de la soltera o de la viuda, aunque esos amores sean peligrosos pues cuanto más se sopla el fuego más se le enciende y, al contrario, se extingue”.

Boccaccio continúa relatando lo dicho por la reina y señalaba que “todas las cosas se deterioran con el uso, menos la lujuria, que aumenta. La viuda, que ha pasado tiempo sin sentir sus efectos, casi no la siente y se preocupa poco, igual que si no hubiera estado casada y más se anima por los recuerdos que por el deseo”. También habla de la soltera comparándola con la casada en estos términos: “la soltera que solo sabe y conoce lo que es por su imaginación, lo desea sin ardores. Sin embargo, la casada, más ardiente que las otras, desea entregarse muchas veces porque su marido la ha engañado golpeado o injuriado y se complace en hacerle cornudo a modo de venganza, pues nada hay tan vengativo como la mujer, especialmente por esas razones”.

También hay espacio para las mujeres que todavía no han disfrutado de las mieles de la sexualidad, “así mismo, a las jóvenes vírgenes cuesta mucho tiempo y esfuerzo reducirlas a la voluntad de un hombre y, frecuentemente, no saben que aman, aunque amen”. En los relatos de esos dos escritores se supone que hay realidades escuchadas, vistas o vividas por ellos, pero es menester mencionar que se limitan a eso y no a una generalidad en el comportamiento de las mujeres.

Por otro lado, la fogosidad de las mujeres generalmente está asociada con la sexualidad. Un maestro del psicoanálisis, Thedor Reik, quien fue discípulo de Sigmund Freud, ha dicho que el sexo y el amor no tienen un mismo origen, ya que “el amor es en cierto modo, una forma distinta, disimulada del sexo y así lo confirma el encaprichamiento y la pasión de una joven pareja”.

Para concluir el relato de Bourdeille y Boccaccio podemos decir que no sabemos si ese comportamiento describiría a la mujer actual, ya que estamos hablando de dos épocas muy lejanas la una de la otra, lo que sí es cierto es que la mujer casada está limitada en su proceder debido a su estatus, en cambio la soltera y la viuda carecen de esas limitaciones, lo cual las lleva a tener más libertades en su actuar y a no contener esos deseos de la carne.

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