El carisma no se obtiene, necesariamente, a base de goles. A veces incluso indigesta. Nadie dudará nunca de que Cristiano pertenece al olimpo de los más grandes de la historia.
Lo que ha hecho Carolina Marín, con su tercer Mundial en bádminton, ha sido el gran campanazo de nuestro deporte este verano.
Ha vuelto el álbum a mi vida. De chico coleccionaba los cromos. Y ahora es un niño el que lo ha traído a casa. Recuerdo de aquel álbum que alimentó de futuro mi infancia de radio y de colores azulgrana.
El Mundial ha recuperado a la jugadora indómita de siempre. Más centrada. Irreductible. ¡Tricampeona del Mundo! Nadie lo había hecho antes que ella.
Otro año que se va, otro que viene
Ninguna victoria en los Juegos Olímpicos tuvo más trascendencia en términos de cultura deportiva que la de Carolina Marín en bádminton.