Bloqueo, ansiedad... y empate
El empate es el único resultado interpretable de los tres posibles y además que, según se dé, te deja un cuerpo u otro. Hasta ahora, el Valencia casi siempre había encajado con gallardía las tablas. Bien porque el equipo había merecido ganar y la cosa se achacaba a la mala puntería (Celta o Leganés), bien por la magnitud del rival (Atlético, Barcelona o Manchester). Sin embargo, el de ayer fue otra cosa. De los nueve empates, el del Stade de Suisse es el que deja un sabor más amargo en el Valencia.
Ante un rival menor, con ventaja de inicio, con un partido controlado en la primera mitad... Y llegó el bloqueo. Inexplicable. Y con el gol de Hoarau, tras otro penalti absurdo cometido, volvió la ansiedad. Y otro empate. Pero este no es uno más. La situación empieza a ser preocupante. Mientras Marcelino decía las cosas claras en rueda de prensa, los jugadores salían del vestuario cariacontecidos, alguno de ellos con los ojos brillantes, intentando explicarse hacia sus adentros por qué este equipo no es del año pasado. La inversión del verano y la retención de las figuras auguraban un año de ilusión. Y a finales de octubre atisba una crisis que no se sabe cómo levantará este equipo, forjado en los éxitos del curso anterior. No hay nada perdido y hay tiempo por delante pero a partir de ahora se deberá ver la personalidad de este grupo de jugadores.