Mariano, el hispanodominicano
Seguí a Mariano Díaz en el Castilla y ya me parecía un jugadorazo. Me deslumbró después en el primer equipo, sobre todo con aquel gol lleno de fuerza en la remontada contra el Deportivo. Vi la pasada campaña todos los partidos del Lyon para analizar su juego. Nunca entendí por qué el Madrid lo dejó ir.
Tampoco entiendo muy bien las costumbres periodísticas respecto a los deportistas que nacieron de matrimonios en los que se unen dos nacionalidades.
En el caso de Mariano, no hay ocasión en la que se deje de recordar que se trata de un jugador “hispanodominicano” o incluso “dominicano”. Tal asignación es correcta, pero me extraña su uso tan insistente.
Mariano Díaz Mejía llegó al mundo en el año 1993 en Premià de Mar (Barcelona), y por tanto es español de nacimiento. Hijo de madre dominicana y padre español, dispone de la doble nacionalidad. De su decisión íntima depende sentirse más del país donde nació y se crio o más del que se trajo su madre en el corazón.
Lo curioso es que su caso se parece mucho al de Marco Asensio Willemsen, nacido en 1996 en Palma de Mallorca de padre español y madre holandesa. Por ello goza también de doble nacionalidad, pero rara vez se le menciona como “futbolista holandés” o “hispanoholandés”.
Otro tanto sucedía con Benjamín Zarandona Esono o Vicente Engonga Maté, nacidos respectivamente en Valladolid y en Barcelona de padre español y madre ecuatoguineana. Independientemente de sus elecciones personales (Benjamín jugó con la selección absoluta de Guinea, y Engonga con la española), no hubo insistencia, que yo recuerde, en adjetivarlos como “hispanoguineanos”.
Me parecen sintomáticos (aunque no sean científicos) los resultados que ofrece Google al buscar “Marco Asensio’ hispanoholandés” (52 registros), “Vicente Engonga’ hispanoguineano” (149), “Benjamín Zarandona’ hispanoguineano” (174) y “Mariano Díaz’ hispanodominicano” (5.160).
Todos ellos, sin embargo, se hallan muy lejos de “Garbiñe Muguruza’ hispanovenezolana”, búsqueda que proporciona 49.300 resultados. Ahora bien, la tenista nació en Caracas, hija de español y venezolana, se trasladó a España cuando tenía seis años, y hasta 2014 no decidió jugar como española en los Juegos o en la Copa Federación.
Cuestión aparte es que siempre se diga “hispanovenezolana”, “hispanodominicano”... con el hispano por delante (aunque nada impida hacerlo al revés). He ahí una costumbre poco cortés por nuestra parte: “hispanoamericano” y no “americanohispano”, “hispanofrancés” y no “francoespañol”... Y así sucesivamente.
La buena educación hace que el hablante se sitúe al final de una enumeración (“mis hermanos y yo”), pero cuando vamos todos juntos no nos para nadie.