Nairo Quintana debe asumir el rol de patrón
En el ciclismo se utiliza la palabra ‘patrón’ en dos sentidos. El patrón es el dueño del equipo o del patrocinador principal. Pero también se asigna a aquel corredor que domina con autoridad, al que todo el pelotón respeta, siempre escoltado por unos fieles que marcan el ritmo de competición. Sus poderes van más allá de la clasificación, tiene influencia sobre todo lo que se mueve en la carrera. Chris Froome es un buen ejemplo. La Vuelta a España 2018 arranca sin patrón. Y muy abierta. Ni siquiera las casas de apuestas atinan con el favorito. Se han decantado por Richie Porte, un ciclista de 33 años que nunca ha subido al podio de una grande y que aterrizó en Málaga con el pensamiento más puesto en el Mundial que en el maillot rojo. Luego podría ganar, claro. También ganó Chris Horner. Pero no es el candidato con más garantías.
En este incierto escenario, y sin el topoderoso Sky de costumbre, asoman un ciclista y un equipo que deberían asumir esa responsabilidad. Me refiero a Nairo Quintana y al Movistar. El colombiano es el participante con mejor palmarés en grandes rondas, después de Vincenzo Nibali, que también ha ostentado los galones de patrón múltiples veces. Nairo no hizo un Tour a la altura de su calidad y esta Vuelta le ofrece una segunda oportunidad para aprobar en septiembre. En julio integró ese tridente que terminó mellado, pero en esta Vuelta llega como “líder único”, a la usanza tradicional, con Mikel Landa lesionado y con Alejandro Valverde a su servicio. Y no esconde que así le gusta más. Quintana debe aceptar el rol principal. Y también su escuadra. El Movistar parte como el gran equipo de casa. Y eso obliga.