Un equipo con apellido: Lopetegui

Hay equipos que juegan y ganan, que se acostumbran a levantar trofeos como si fueran helados, pero a los que sus entrenadores no pudieron grabar sus apellidos como garantía de calidad. Hubo un Milán de Sacchi, un Barça de Guardiola, un Liverpool de Paisley o un Inter de Herrera, pero me da que el Real Madrid que pasó página el 31 de mayo será más recordado como el Madrid de Cristiano que el Madrid de Zidane. El sello táctico te mete de lleno en los libros de historia.

El Real Madrid que ahora echa a andar es el Real Madrid de Lopetegui y ese se antoja su copyright. Bastó el primer botón de muestra, el debut de pretemporada ante el United, pese a la derrota, para mostrarnos a un equipo de mucho trabajo, solidaridad y presión alta. Un once que masticó y masticó el balón (70,7% de posesión) precisamente en un verano en el que la moda parecía ir por otro lado (Francia y su título mundial a la contra).

Dentro de ese orden, el equipo fue capaz incluso de alternar de nueve según pintara la defensa rival. Pero sucede como con los trileros: el problema no es sólo que se les descubra “dónde está la bolita” sino que bajo las nueces no haya bolita. La marcha de Cristiano ha dejado un secarral de goles que no sé yo si se llena con la palabra “reinventarse”. En el club blanco suspiran por Lewandowski, Kane o Cavani pero sus trenes no llegan y agosto ya ha echado a andar. Y la lectura del primer amistoso de pretemporada nos deja una moraleja: hay balón pero no hay bolita.