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GRUPO C | DINAMARCA 0-FRANCIA 0

Francia y Dinamarca, a octavos luego del primer 0 a 0 de Rusia

Francia, líder, y Dinamarca, segunda, firman el 0-0 en un partido aburrido. La afición del Luzhnikí pitó el conformismo de las dos selecciones.

Actualizado a
Francia y Dinamarca, a octavos luego del primer 0 a 0 de Rusia
AXEL SCHMIDTREUTERS

Francia, líder de grupo, y Dinamarca, segunda, aburrieron a los asistentes al estadio de Moscú que, en una parte de las graderías no aguantaron y se fueron antes del pitazo final. Lo único que permite respetar la honorabilidad de las dos selecciones es que en ningún momento perjudicaron a un tercero porque Australia no había hecho su trabajo. Eso salvó el fair play.

Del partido sería mejor no hablar, pero no queda otro remedio, así que habrá que apuntar que Varane hizo de capitán de Francia con 25 años y que Deschamps, que mira este Mundial con la luz larga y tiene fe en llegar a las rondas finales, puso un equipo de meritorios que estuvo bastante soso. Kimpembe se demostró como un buen central izquierdo (se diría que más en forma que Umtiti), Nnzonzi estuvo netro; Lemar, intrascendente y Dembélé, equívoco. A Griezmann y Giroud le llegó poco juego y el peligro fue mansamente controlado por Kasper Schmeichel, al que su padre Peter veía desde un palco como Lothar Matthaus, dos campeones de Europa y uno del mundo...

Dinamarca es Eriksen. Hareide, que recibiría con felicidad el pacto de no agresión de los franceses, retocó el sistema pero todo lo que produjo la Dinamita Roja no fue por los matices tácticos sino por el talento del futbolista del Tottenham.

Un disparo de Eriksen que asustó a Mandanda fue la orden definitiva para que no pasase nada más. A quien no le gustó nada la película fue a la afición. Franceses, daneses y neutrales le pusieron guasa a la gaditana coreando entre olés los pases de los dos equipos y pitando la falta de ambición de los jugadores. Deschamps y Hareide lo sabían pero había que aceptar los reproches y pensar en el futuro. La final es en Moscú. Ya habrá tiempo de saldar cuentas, pensarían Griezmann y compañía.