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PORTUGAL-ESPAÑA

Cristiano vale por tres

España fue capaz de remontar dos veces, pero el hat-trick del jugador portugués equilibró su superioridad. Terrible error de De Gea y arbitraje regular de Rocchi.

Actualizado a
Cristiano Ronaldo fue la figura del empate entre España y Portugal tres goles por tres. El portugués hizo hat trick en su debut en el Mundial de Rusia 2018.
ADRIAN DENNISAFP

Portugal puso a prueba la fortaleza mental del grupo de Hierro, veterano en casi todo y novato en un Mundial. España se alzó dos veces desde la lona, demostrando carácter. Y unos centrocampistas fuera del alcance de los demás. A ellos se agarró con el viento en contra. A ellos y Diego Costa, que fue un nueve estupendo. El equipo de Hierro fue capaz de ensancharse en el partido, pero no ganó porque no tiene a Cristiano, cuyo peso vale por un equipo.

Lo de Suiza y Túnez no fueron dos ensayos, sino dos avisos. A Lopetegui, a Hierro y al grupo. En marzo se despidió una España triunfal y en junio regresó otra con dudas. Así entró en el Mundial, frente a una Portugal más adornada que en el pasado y con buen plan: evitar las pérdidas en campo propio, rearmarse en el centro del campo y enseñarle las garras a la contra a un rival que se maneja mal en la marcha atrás. A los tres minutos fue pitado un penalti de Nacho a Cristiano, una de esas jugadas fronterizas de las que se inhibe el VAR. Existió contacto pero lo forzó el portugués. Un penalti para el debate, probablemente inexistente, que Cristiano no dejó pasar. Portugal entregó el balón, para diferenciar pertenencia y eficiencia, y se dispuso a acomodarse en la falta de velocidad de circulación de la pelota de España.

Luego llegó el empate. Un gol a contraestilo de España y muy en el tipo de los de Diego Costa. Con el equipo atrás le llovió un balón largo. Lo disputó con Pepe, en un choque de las dos Coreas, y lo mandó al suelo de un manotazo que obviaron el italiano del VAR y el italiano del césped. Luego fue recortando a Fonte hasta que este le dejó un hueco por el que se coló. Otro resultado y otro partido.

Después vino un remate simple, centrado y raso de Cristiano que se fue entre los aceitados guantes de De Gea. Un error de mayor tamaño al que cometió ante Suiza. “Mejor hoy que en Rusia”, dijo entonces. 

Y nuevamente Diego Costa al rescate. El atlético fue el último eslabón de una jugada de cuidadosa elaboración: un saque de falta de Silva al segundo palo, toque de cabeza de Busquets y remate del nueve casi sobre la línea. Un gol seguido de otro, de Nacho, que remendó su imprudencia inicial con un zapatazo cruzado inalcanzable para Rui Patricio. 

Esos dos chispazos devolvieron el partido a Iniesta, Silva y, sobre todo, a Isco, que con Lopetegui ha jugado mejor que con nadie. Hierro entendió que era bueno defender con la pelota con Thiago, sobre todo cuando Fernando Santos fue lanzando al riesgo a una selección poco acostumbrada a él, aunque a la hora de la verdad sólo tiene una desembocadura: Cristiano. Una desembocadura enorme. En lanzamiento de falta magistral firmó el empate. “Ningún jugador es mejor que todos juntos”, explicó Di Stéfano, el padre del fútbol colectivo. Hay excepciones.