Nadal y el héroe de las nubes
Estos días, el Grand Slam sobre tierra conmemora los 100 años de la muerte del hombre que da nombre al torneo. Eugène Adrien Roland Georges Garros, sin embargo, no fue un tenista sino un aviador. Uno de esos tipos con arrojo listos para cualquier aventura. Como convertirse en el primer piloto en cruzar el Mediterráneo del tirón, en 1913. Un héroe de Francia que, probablemente, disfrutaría una centuria más tarde con las hazañas de un deportista que parece acuñado en el pasado, en un tiempo de guerreros y honor.
Si Roland Garros fue “el hombre que filtreaba con las nubes”. Rafa Nadal ha encontrado su paraíso en la tierra. Y especialmente en la de París. En la imponente Philippe Chatrier, una de las pistas más grandes del mundo, el español lanza bolas liftadas tan letales como las balas de las ametralladoras que ingenió el francés para disparar a través de las alas de su aeroplano. Sólo el gran Novak Djokovic del 2015 y un sorprendente Robin Söderling en 2009 han conseguido derribar al español en el Bois de Boulogne.
Roland Garros combatió en la Primera Guerra Mundial y, tras un aterrizaje forzoso, fue capturado en Alemania. Después de tres años preso, escapó. Y volvió a la lucha hasta que un Fokker acabó con su historia en 1918 para hacerle entrar en la leyenda. Rafa también escapó de su particular prisión, la de las lesiones, para volver a morder la Copa de los Mosqueteros en 2017, tres años después de la última. Seguro que a Monsieur Roland Garros le gustaría conocer a Monsieur Nadal. Gente de la misma pasta separada por 100 años.